Adiós felicidad de Letizia: Los 3 disgustos inevitables de su reaparición junto a la familia real

El 27 de febrero se ha convertido en una fecha clave del calendario de la realeza en este segundo mes del año. La majestuosa catedral de St. George, en Windsor, ha acogido la visita de Felipe VI y Letizia en el que ha sido el primer cónclave real británico. Un evento organizado por la mismísima familiar real británica con motivo del primer aniversario de la muerte del rey Constantino de Grecia.

Buckingham, que guardaba una estrecha relación con el soberano, no ha dudado en organizar una misa conmemorativa en su honor justo cuando se cumple poco más de un año del fallecimiento del hermano de la reina Sofía. Por ende, también tío del Rey de España, de modo que los padres de la princesa Leonor no iban a faltar a la cita bajo ningún concepto.

Una cita que, además, ha servido para reunir de nuevo a los Borbones con otras dinastías de importancia europea. La reaparición de Letizia en escena por un acto solemne en la que, cabe destacar, su estilismo no ha sido el gran protagonista de la jornada. Esa elegancia característica ha pasado a la segunda línea de atención. En el centro del foco público: sus relaciones más cuestionadas con el resto de miembros de la realeza.

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Ha sido después de una visita a fugaz a Valencia que hemos podido asistir a la llegada de los monarcas a tierras inglesas. Felipe y Letizia visitaron el pasado 26 de febrero compungida por el devastador incendio que ha calcinado dos edificios de viviendas, pero sus compromisos no cesan. De hecho, ambos volverán esta misma tarde a Madrid, ya que este miércoles tienen previsto un almuerzo en el Palacio de la Zarzuela con el presidente de Paraguay, Santiago Peña Palacios, y la primera dama, Leticia Ocampos.

Sea como fuere, y a pesar de que haya sido un acto privado que no figuraba en su agenda oficial, era evidente que no perderían la ocasión de homenajear al hermano difunto de doña Sofía en el Reino Unido. Tan regia y exquisita como de costumbre, y al lado de su marido, la consorte ha hecho gala a su llegada al lugar de un estilo exquisito. Una elección tan impecable como de costumbre que ha quedado plasmada en un vestido 'midi' de tono azul marino bajo una capa y con zapatos de tacón a juego. Lamentablemente, no todo han sido alegrías y Letizia ha terminado por llevarse algún que otro 'disgusto'.

Al fin y al cabo, su aparición no ha sido la única de los 'royals' españoles que ha acaparado la atención. Y es que no ha habido excepción alguna, puesto que el recuerdo del rey Constantino, figura muy querida dentro de la Casa Real, ha implicado que toda la familia vuelva a verse las caras. Desde don Juan Carlos, que ha dejado Abu Dabi para viajar a Londres, hasta su esposa, que ha hecho lo propio desde Madrid junto a su hermana Irene.

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Sin obviar a las infantas Elena y Cristina, hermanas del Rey junto a Juan Urdangarin, que parecían tener cada vez una mejor sintonía con Letizia después de épocas más convulsas. Zarzuela ha procurado dar normalidad a los encuentros familiares para evitar alimentar los rumores sobre desavenencias. Cordialidad imperante que remite a uno de sus últimos encuentros por el 60 cumpleaños de la hermana mayor de Felipe en el pasado diciembre, que vino después de la reunión privada en El Pardo por los 18 de la Princesa de Asturias.

¿Sería ese el signo de que, por fin, las relaciones son más fluidas dentro de la estirpe? De momento, parece que vuelven a marcar distancias. Todo por tres personas, los tres 'problemas' de la Reina en esta reaparición. Juan Carlos, Elena y Cristina. Sin cariño, sin cercanía y sin una unión aparente. De algún modo, la familia junta, como una piña, por un lado, y Letizia y Felipe por otro.

Todos están allí para arropar a Sofía, la matriarca serena y gran protagonista, y a la tía Irene. La consorte desde la profesionalidad, mientras que el resto desde el duelo familiar más directo. Letizia, sentada al lado de don Juan Carlos, pero sin cruzar mirada con su suegro. Tensión palpable con el emérito que no se distingue en demasía de su forma de relacionarse con sus cuñadas. Una situación difícil, pero no imposible, que los reyes han desengrasado con un afectuoso saludo a los hijos de Constantino, así como a los jóvenes vástagos de Pablo y Marie-Chantal, una vez dentro del espacio.

Letizia, hasta a la hora de abandonar la capilla de San Jorge, lo ha hecho manteniendo esas distancias. La Reina ha salido por su lado, delante de Felipe y Juan Carlos. A varios pasos de distancia por detrás, el Rey ofrecía su brazo a su padre, quien lo cogía gustoso. La periodista caminaba sola, dejando atrás a padre e hijo y concediéndoles un momento de intimidad que ella prefería no compartir. Fuera del templo, con mirada heladora, contemplaba la estampa. 

Un cónclave real marcado por las ausencias de los británicos

Por desgracia, no todas las familias convidadas al evento han gozado de poder estar todos juntos por un día. Y es que, aunque las ausencias por parte de la Casa Real eran evidentes, es en días tan señalados como este cuando más se notan las sillas vacías. Carlos III ha causado baja médica en el evento principal a consecuencia del cáncer que padece, de modo que ha sido la reina Camilla quien ha estado al frente del acto. No ha estado sola, pues a su lado no ha faltado la princesa Ana en el rol de anfitriona. En cualquier caso, ni rastro del príncipe Guillermo, a quien motivos personales de última hora lo han apartado del evento. Pero tampoco Kate Middleton. La princesa de Gales sigue convaleciente después de su misteriosa cirugía abdominal y seguirá de baja, al menos, hasta después de la Semana Santa.