El sílice es la forma orgánica del silicio, la única que puede ser absorbida por el cuerpo humano y que resulta indispensable para realizar ciertas funciones esenciales. De niños, nuestro tejidos absorben el sílice de los alimentos. Sin embargo, a partir de los 35 o 40 años no es tan fácil metabolizar este mineral. El sedentarismo se relaciona directamente con la carencia de este oligoelemento. La contaminación y el estrés rebajan también los niveles de sílice. En este caso, y bajo supervisión médica, se puede recurrir a la suplementación.
Estos complementos son hidrosolubles, por lo que se eliminan con la orina. Por ello, no presentan toxicidad y además son hipoalérgicos. Además de la suplementación, hacer ejercicio y llevar a cabo una alimentación equilibrada nos ayudarán a compensar la falta de sílice.
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Toma nota
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¿Cuáles son los beneficios del silicio?
Huesos fuertes
El silicio es tan importante como el calcio, el fósforo o el magnesio para los huesos, aunque resulta menos conocido. Su función es fijar estos minerales en los huesos y en los dientes. Todo ello hace que su acción sea imprescindible para garantizar la densidad ósea y evitar la porosidad. De esta forma, se aleja la amenaza de padecer osteoporosis. Además favorece el crecimiento óseo y la curación de fracturas.
Articulaciones sin inflamación
Una de las funciones más importantes del sílice es que ayuda a regenerar el cartílago y a flexibilizar los tendones. Este mineral orgánico incide directamente sobre el tejido conjuntivo, llegando a las capas más profundas. Por ello, puede actuar como un analgésico: reduce la inflamación y disminuye los problemas de movilidad.
Piel más joven
El sílice tiene un efecto tan importante en la piel que puede frenar las arrugas y la flacidez. Este oligoelemento estimula la producción de colágeno y elastina, que ayudan a mantener la piel hidratada y evitar que pierda elasticidad. También presenta un efecto cicatrizante, por lo que se emplea en quemaduras y llagas, así como para mejorar el aspecto de las estrías.
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Salud cardiovascular
El sílice se encarga de flexibilizar los tejidos y esto resulta muy beneficioso para las arterias y las venas. Así se evita la formación de los propósitos de calcio y lípidos. Por ello, mantener unos buenos niveles de sílice compensa la presión arterial y también regula el colesterol.
Cerebro protegido
La acumulación de aluminio en el cuerpo es un factor de riesgo para la aparición del alzhéimer. El sílice reduce la concentración de aluminio en el cerebro y favorece su eliminación a través de la orina. Por todo ello es un gran protector contra el deterioro cognitivo.
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¡Muy saludable!
Sara Mansa García
¿Cuáles son las principales fuentes naturales de silicio?
La dosis mínima de silicio que necesita el organismo es de 15 a 40 mg., de los cuales absorbemos solo la mitad. En Europa las mujeres obtienen 25 mg. y los hombres 32. Sin embargo, las poblaciones con una dieta vegetariana pueden llegar a ingerir 170 mg.
cereales integrales
El cereal estrella en cuanto a contenido de silicio es el mijo marrón, seguido de la avena. También encontraremos cantidades interesantes en el arroz, la cebada, el centeno, la quinoa y el trigo.
Hortalizas y verduras
Sobre todo, las de hoja verde. También encontramos este mineral en puerros, judía verde, zanahoria, remolacha, pepino (preferiblemente con piel), cebolla, tomates...
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Frutos secos
Los que presentan una concentración mayor de silicio son las nueces, las pipas de girasol y las almendras.
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Frutas
El aguacate, seguido de los cítricos como naranjas y limones, fresas y kiwis. También se puede encontrar en las uvas, que deberán comerse con piel, y en el mango y la piña.
Otros alimentos
Las lentejas rojas, el cilantro, la cerveza, las setas y la cola de caballo.
¿Qué ocurre cuando falta?
Nuestro cuerpo lanza una serie de señales para advertir de la carencia de silicio. De todas formas, se tiene que acudir al médico para confirmar que la razón es la falta de este mineral.
Estas son las principales señales de alarma:
- Uñas y cabello quebradizos.
- Piel arrugada o reseca.
- Inflamación crónica en diferentes articulaciones.
- Dificultad para que las heridas acaben de cicatrizar.
- Predisposición a padecer fracturas, esguinces o tendinitis.
- Osteoporosis o huesos frágiles.