En la redacción de Clara nos declaramos fans incondicionales de Jennifer Lawrence. Nos gusta su trabajo, sus dotes como actriz, su estilo, la mayoría de sus looks… pero sobre todo que Jennifer es una fuente inagotable de anécdotas y momentazos. Este año y en plena gala de los Oscars 2018 lo ha vuelto a hacer. Y es que nada más hacer acto de presencia en el Dolby Theatre de Los Ángeles, Jennifer, que iba ataviada con un maravilloso traje de Dior metalizado y subida a unos tacones de infarto, se servía una copa de vino. Ponerse una copa de vino no es nada del otro mundo pensaréis, pero es que la cosa no quedó ahí…
Jennifer, con la copa en la mano, decidió atajar por el camino de en medio y, ni corta ni perezosa, se subió al patio de butacas y lo cruzó por encima. Primero para llegar a su sitio y luego, otra vez, para saludar a su ídolo Meryl Streep, y a otros actores como Woody Harrelson. Pronto, las caras de los presentes en el Dolby Theatre pasaron del desconcierto a la sorpresa y diversión. Y es que no es habitual contemplar a una diva de Hollywood haciendo equilibrios por el patio butacas, llevando un Dior, taconazos y una inseparable copa de vino blanco.
No es la primera vez, ni será la última, que Jennifer Lawrence monte su propio espectáculo. Y es que la joven actriz de 27 años y ganadora de un Oscar nos tiene más que habituados a estos maravillosos shows.
Cabe recordar que en 2013, en este mismo teatro, tropezó al subirse al escenario y luego dedicó una –también muy comentada– peineta a los fotógrafos tras recoger su estatuilla por la película El lado bueno de las cosas, cuando éstos le hicieron bromas sobre su caída en el escenario.