Los 3 vestidos de novia de la diseñadora Katarina Grey: un look boho con sombrero, un chaleco bordado y un ramo sorprendente

Katarina Grey se dejó embaucar desde bien temprano por el arte de la costura. Tenía buen ojo, mejor mano y las ideas claras. Unas cualidades que definieron su destino. Cambió su Barcelona natal por Nueva York y se graduó en la prestigiosa escuela de diseño Parsons. Pocos pueden decir que se estrenaron desfilando en la Gran Manzana y menos los que, tras 12 años de tesón, se han podido consolidar como referente en una industria no siempre fácil. La diseñadora lleva más de una década entre patrones y tarlatana, cumpliendo los sueños de cientos de novias e invitadas que recurren a ella por salirse de lo establecido.

Sin embargo, ha sido la propia Katarina quien se ha tenido que poner recientemente al otro lado de la barrera, después de que JuanJo le pidiera matrimonio en el Petit Ermitage de Los Ángeles. “Como diseñadora de vestidos de novia no tenía excusa para no hacerme yo misma el vestido. Me parece fácil diseñar para mis clientas, porque sé cómo hacer que se sientan espectaculares el día de su boda, pero me costó mucho hacerlo para mí misma”, asegura.

La de Katarina y JuanJo es una historia de primeros amores. Se conocieron con 14 años en un internado de Suiza y, pese a tomar rumbos distintos, pese al tiempo y la distancia, nunca llegaron a perder el contacto y su comunicación fue evolucionando al son de la tecnología. “Primero fueron cartas y mails, luego sms y Messenger. Después, Blackberry’s y, por fin, WhatsApp. Hablábamos cada 2 o 3 meses y hace cuatro años decidimos vernos en persona a ver qué pasaba”. Pasó que se enamoraron, y el resto es historia.

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Dos vestidos de novia para una boda en California

Celebraron su boda el 29 de octubre en Bastide de Bonheur, una casa privada en San Diego (California). Katarina y JuanJo rompieron protocolos y llegaron juntos, con sus manos entrelazadas, hasta el lugar de la ceremonia. Se casaron bajo un árbol centenario y fue una amiga íntima quien ofició una emotiva ceremonia civil ante sus 40 familiares y amigos más cercanos.

Ya convertidos en marido y mujer, hicieron una cena que se convirtió en toda una experiencia gastronómica, confiando para ello en FarmHouse Catering. Todos los detalles decorativos corrieron a cargo de la propia novia, desde las flores de Plenty of Petals, hasta las vajillas de Casa de Perrin, los manteles de La Tavola, los meseros de Foundry Paper Co. o el mobiliario de Found Rentals. Un ambiente envuelto en magia, color, calidez y buen gusto que tan bien supo retratar Carlos, de NousNous Photo.

Para la ceremonia y la posterior cena, la diseñadora llevó dos vestidos de su marca, Katarina Grey, que se hizo especialmente para la ocasión. A diferencia de lo que ocurre con sus novias, ella no pudo disfrutar de sus pruebas del vestido, porque le coincidió en una temporada de muchísimo trabajo. Así que confió en sus propias habilidades y en su equipo para que todo saliera rodado. “Lo dejamos medio hecho en el atelier de Barcelona y me llegaron a San Diego la noche antes de la boda. ¡Me casé sin probármelos! Me iban los dos un muy largos, pero, al final, fue un detalle que añadió un efecto más dramático para las fotos y todo salió perfecto”, asegura.

El primero era un vestido asimétrico con capa, confeccionado en un algodón rústico. Katarina le puso un broche antiguo de su abuela en el hombro, desde donde salía una capa. Lo completó con unas sandalias doradas de Arielle Baron. Además, llevó un juego de esmeraldas de su abuela materna y el anillo de pedida que le hicieron en la joyería Soler Cabot de Barcelona.

Su ramo, fue uno de los detalles más impactantes que se salían de todo convencionalismo y quiso materializar una idea que rondaba su cabeza desde hace tiempo en una curiosa composición de flores colgadas de una estructura metálica. Para el peinado confió en Rachel Wiseman, su peluquera habitual, y el maquillaje lo delegó en Stacy Triplow, de BeautyByStacy, que consiguió un look muy natural.

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El segundo vestido era mucho más hippy y bohemio. Estaba hecho con una mezcla de tejidos que intercalaban encaje de Calais cosido en hilo de seda. Se lo puso con un sombrero blanco al que le cosió una gasa finísima a modo de velo. Completó su look con unas sandalias estampadas de Amina Muaddi. “¡Las más cómodas que me he puesto en la vida!”, asegura.

Una fiesta a la mexicana

El 3 de noviembre, la pareja celebró una gran fiesta con amigos en Proyecto Público Prim, en Ciudad de México, tierra natal del novio. Sobra decir que Katarina Grey materializó sus ideas y su personalidad elegante, divertida y atemporal en otro vestido que también quedará para el recuerdo.

 

El primer look que crearon en el atelier estaba compuesto por dos piezas. Por un lado, un vestido en crêpe de chine de seda 100% que lavaron con piedras y trataron específicamente para que tuviese un tacto casi aterciopelado. Solo la falda tenía 22 metros de tela y nada de forro, puesto que quería potenciar el efecto translúcido del crêpe. Encima, llevó un chaleco de organza de seda bordado por las manos prodigiosas de Vic, de Byluneville, algo que siempre tuvo muy claro.

Su historia con JuanJo quedó reflejada en esa pequeña obra de arte hecha de forma artesanal. “Creo que él y yo estábamos predestinados. Como dicen en inglés, “it was written in the stars”, así que, como me gustan tanto las estrellas, las galaxias y las constelaciones, le pedí a Vic que me las bordara”. Y es que, a pesar de los contratiempos y de no haber podido probarse apenas sus vestidos por sus constantes viajes entre Barcelona y Los Ángeles, todo salió perfecto. Porque, efectivamente, todo lo que está predestinado a salir bien, acaba saliendo bien.