Pocas veces ha pecado la calma de ser eterna. Mucho menos en la Casa Real británica. Esa pátina del desastre que en incontables ocasiones ha recubierto todo lo que la cumbre de la 'royalness' implica y que, de nuevo, reaparece en escena. Después del fallecimiento de Isabel II y el ascenso al trono de Carlos III, más allá de las rivalidades entre hermanos y otros menesteres de eterno dominio general, parecía que todo tomaba un rumbo más próximo al sosiego. Nada más lejos de la realidad, puesto que después del reciente —e inesperado— ingreso de Kate Middleton solo fue la génesis de un devenir de catastróficas desdichas. Más allá del secretismo acerca de la intervención a la que la Princesa de Gales tuvo que someterse, la Corona sí que optó por hacer público que el Rey también iba a pasar por quirófano.

Carlos III y Camilla
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El motivo era un agrandamiento de próstata que no debiera suponer demasiada complicación. No obstante, la visita del monarca a los facultativos sirvió para que le diagnosticaran otra dolencia. Carlos III padece cáncer. Una noticia que ha trastocado los cimientos de la institución en un momento especialmente delicado y que pone de manifiesto los diferentes escenarios que podrían sucederse. La salud del jefe de Estado se resiente a los 75 años, mientras que las peticiones de abdicación en vida han vuelto a ponerse sobre la mesa. ¿Es inminente el reinado del Guillermo? Se abre un abanico de detalles sobre un futuro próximo, entre los que se destaca un dato curioso: el nombre que el príncipe —y su esposa— tomaría en caso de que la coronación se hiciese efectiva.

El nombre que Kate Middleton llevará cuando Guillermo sea proclamado Rey

Es precisamente en ese curioso contexto en el que la opinión pública pareciera esperar otra coronación cuando la prensa comienza a plantear supuestos. Y es que, en el caso de que Carlos III siguiera los pasos de Margarita de Dinamarca en lo que a retirarse del poder respecta, los cambios en la Casa Real serían sustanciales. Ha sido Roya Nikkhah, el editor y locutor del reputado 'Sunday Times', quien ha puesto sobre la mesa el nombre que se baraja una vez que el Príncipe de Gales llegue al poder.

William y Kate
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A diferencia de Kate Middleton, que en la misma línea que le sucede a Letizia o su predecesora Camilla seguiría llamándose Catherine —como mucho pasaría a ser Catalina en la traducción, aunque nunca ha quedado confirmado del todo—, su marido comenzaría a ser considerado en la oficialidad como Guillermo V. Es decir, su nombre al uso, solamente añadiendo el número romano que refiere a todos aquellos antecesores cuyo nombre coincide en la historia de la monarquía del Reino Unido.

Cabe destacar que no es la primera vez que la futura forma de referirse al heredero se convierte en un tema de actualidad. Allá por el 2020, durante una charla telemática con los estudiantes de un colegio de Lancashire. Uno de los alumnos le preguntó cuál quería que fuese su apodo, atendiendo a que el primer Guillermo era 'el Conquistador'. Un momento divertido al hermano de Harry no dio excesiva importancia por aquel entonces. Por lógica, puesto que todavía reinaba su abuela Isabel, y en ningún caso se preveía tan cercana su posible llegada al poder.

 

 

Las últimas noticias sobre el estado de salud de Kate Middleton

En cualquier caso, y aunque no exista previsión alguna para que su reinado de comienzo de forma oficial, Guillermo ya está tomando el rol de su padre en los actos oficiales que requieren de su presencia. Un momento nada propicio para hacerlo, puesto que su idea inicial era quedarse al lado de su esposa, recién operada, y sus tres hijos. Vicisitudes obvias de la vida no le han permitido ser consecuente con su promesa, y mientras él emprende las tareas de importancia estatal que incumbían a Carlos III, Kate Middleton sigue alejada del foco mediático para recuperarse.

Es importante apuntar que no todas las informaciones públicas sobre su estado actual son ciertas. Lo hacía saber la revista 'People', a la que fuentes de palacio desmintieron de forma tajante cualquier rumor sobre las complicaciones en el postoperatorio de una intervención cuyo propósito sigue siendo un misterio absoluto.