La edad en la que puedes considerarte una persona 'vieja', según los científicos de la Universidad de Stanford

La ciencia crece a pasos agigantados cada día y no deja de sorprendernos con nuevos hallazgos que ni sabíamos que eran posibles descubrir. Por ejemplo, si alguna vez te has preguntado a qué edad, verdaderamente, una persona comienza a envejecer, no tienes que hacerte más esta pregunta. ¿El motivo? Científicos de la Universidad de Stanford han realizado un descubrimiento sorprendente que han compartido en este estudio. Al parecer, el método que han descubierto para predecir la edad a la que comienza el proceso de envejecimiento es bastante certero.

Básicamente, desde Stanford lo que han descubierto es un método a través del cual es posible predecir la edad de una persona midiendo el nivel de proteínas en su sangre. Este hallazgo tiene el potencial de revolucionar nuestra comprensión del proceso de envejecimiento y abrir nuevas oportunidades para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades relacionadas con la edad. A continuación, te damos más detalles de este método y te desvelamos las cuatro etapas en las que los científicos han dividido el proceso de envejecimiento.

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La clave: analizar el nivel de las proteínas en sangre

Por lo general, y desde nuestro desconocimiento, siempre intentamos adivinar la edad de una persona por su apariencia física, si tiene más o menos arrugas o alguna cana de más, o por su vitalidad. Pues bien, un estudio realizado por investigadores de Stanford viene a tirarnos toda “nuestra teoría” (sin fundamento ni base científica, obviamente) acerca de la edad a la que una persona se considera que está envejeciendo. Obviamente, todo lo que diga la ciencia está muy por encima de nuestras predicciones y, una vez más, sin fundamento.

Para determinar cuándo empieza, realmente, la etapa de la vejez de una persona desde una base científica, el estudio revela que debemos fijarnos en el nivel de proteínas en sangre, ya que es una medida muy certera para obtener información sobre el estado de salud de una persona. Y es que ciertas proteínas son indicadores clave del envejecimiento ya que sus niveles van variando, significativamente, con el avance de la edad. A esta conclusión llegaron después de analizar muestras de sangre de más de 4,000 personas, entre las cuales identificaron 373 proteínas que se correlacionan con diferentes etapas de vida y que permiten predecir con precisión la edad de un individuo en un rango de tres años en la mayoría de los casos.

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Las etapas del envejecimiento según la ciencia

Los investigadores de la Universidad de Stanford, después de identificar 1.379 proteínas cuyos niveles cambian a medida que avanzamos en edad, han conseguido dividir las etapas del envejecimiento en tres:

• Edad adulta, que va desde los 34 a los 60 años: en este rango, se observa que los niveles de ciertas proteínas no sufren muchos cambios y permanecen estables.
• Madurez tardía, que va desde los 60 hasta los 78 años: entre estas edades, ya se va viendo que los niveles de ciertas proteínas empiezan a disminuir gradualmente.
• Vejez, de los 78 años en adelante: a partir de los 78 años es cuando los niveles de casi todas las proteínas empiezan a bajar significativamente, lo que indica que es a partir de esta edad (78) cuando comienza la etapa avanzada del envejecimiento.

También hay muestras evidentes que señalan que estas proteínas que cambian con la edad difieren entre hombres y mujeres, lo que viene a decir que en este análisis también hay que tener en cuenta otras variables biológicas como el sexo.

Aplicaciones en el ámbito de la Medicina

Este descubrimiento realizado por la Universidad de Stanford servirá de gran ayuda en el ámbito de la Medicina ya que las proteínas en sangre pueden proporcionar información valiosa sobre el estado de salud de una persona, lo que ayudaría a identificar a aquellos que pueden estar en riesgo de enfermedades relacionadas con la edad, como la enfermedad de Alzheimer o enfermedades cardiovasculares. Además, la capacidad de predecir la edad de una persona podría permitir un mejor monitoreo de cómo las intervenciones terapéuticas y los medicamentos afectan el proceso de envejecimiento.