Detalle familiar

Letizia recurre al histórico broche de María Cristina para lanzar un emotivo mensaje a la familia de Felipe VI

La presencia de Letizia en el funeral de Fernando Gómez-Acebo, además de estar llena de gestos de cariño, lanzó un mensaje muy claro a través de la icónica joya que lució.

Felipe y Letizia
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Manu romero
Manu Romero

Periodista especializado en corazón y moda

Actualizado a

Hay veces que nuestro atuendo, o los complementos que elegimos, dicen mucho más de lo que queremos expresar que las propias palabras que pronunciamos. Si no, que se lo digan a Letizia que ha querido dejar clara su posición como reina en el último encuentro con los primos de su marido. Escogió una pieza, con muchísimo renombre y tremendamente especial, de su joyero para el funeral de Fernando Gómez Acebo. 

Doña Letizia dio un paso al frente para apoyar a la familia de su marido, Felipe VI, en el funeral de Fernando Gómez Acebo, llevado a cabo ayer en Madrid. Completamente vestida del protocolario negro, se mostró tremendamente cariñosa con los asistentes al sepelio. Pero sabemos que Letizia siempre guarda un as en la manga y le encanta comunicar hasta sin hablar, por lo que adornó su elegante vestido midi negro con el llamativo broche de María Cristina, dando así aún más solemnidad al encuentro. 

Un momento para destacar 

El listado de títulos nobiliarios y personas de la alta sociedad que se dieron cita en el funeral de Fernando Gómez Acebo en  la Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas de Madrid era impresionante. El Rey Emético, Juan Carlos I, Doña Sofía, las Infantas Elena y Cristina con sus hijos, y hasta los propios Reyes de España, Felipe y Letizia, acompañaron a numerosos rostros de la aristocracia española para despedir al querido primo del Rey. ¿Cómo conseguir destacar en un entorno así? Acudiendo a un lugar apto para muy pocas personas: el joyero real. 

Letizia escogió lucir el alfiler de la tatarabuela de Felipe VI, la reina María Cristina de Austria, haciendo destacar su brillo sobre el fondo negro de su vestido. El broche está compuesto de una perla rodeada de diamantes de la que cuelga una pieza de nácar (que pesa mucho menos). Con su uso, Letizia encuentra así una forma de homenajear a la familia de su marido y mostrar respeto a ellos, así como el apego por la historia de la realeza por parte de la asturiana. Además, con un gesto poco habitual en ella, como es la de lucir grandes joyas, es una forma de mostrar aún más cariño, solemnidad e importancia a este encuentro familiar tan triste.  

Letizia
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Una joya con historia 

El broche de María Cristina de Austria, que fue segunda mujer y reina consorte de Alfonso XII,  es denominado como alfiler por la forma de engancharse al tejido, y responde perfectamente al gusto de la época del siglo XIX. Fue realizada por la joyería madrileña Ansorena y valorada en su época con un coste de 4.250 pesetas. 

Aunque no se ha podido demostrar, hay algunos historiadores que dicen que el broche se trata de una reconversión de un pendiente que Alfonso II le regaló en su casamiento a María de las Mercedes de Orleans y Borbón, su primera mujer.

Tras la muerte de la reina, heredó el broche su hijo Alfonso XIII y después ha ido pasando de generación en generación. La propia abuela de Felipe VI, María de las Mercedes de Borbón y Orleans, lo usó mucho. También su madre, la reina Sofía, lo utilizó en varias ocasiones durante los años 80. E incluso Letizia ya lo había llevado antes, en el desfile militar del 12 de octubre de 2017. Sin duda una joya imprescindible en la familia. 

Poco dada a grandes joyas 

Sabemos que una de las mayores preocupaciones de Letizia desde que forma parte de la Familia Real es mostrarse muy cercana y natural, para ir quitándose el apodo de “fría” que mucha gente le impuso cuando comenzaba su relación con Felipe. Es por ello que Letizia, que sabe perfectamente que la indumentaria también comunica diversos valores, es muy poco dada a lucir grandes joyas o muy llamativas. Aunque el joyero real sabemos que está lleno de piezas increíbles, la asturiana suele limitarse a utilizarlas en muy contadas ocasiones y únicamente en grandes y especiales momentos o compromisos de muy alto rango. Es una forma de separarse así del concepto de Reina clásica: ostentosa y desconectada de la realidad de su día a día, ofreciendo una imagen de la monarquía mucho más actualizada y contemporánea.