El vestido '2 en 1' con toque andaluz de Tamara, la novia del mantón espectacular que se casó en Marbella

Esta es la historia de un flechazo, de esos que no entienden de barreras ni distancias. Tamara es una mujer de personalidad arrolladora, una andaluza de ideas claras que se puso el mundo por montera para recorrer los más de 1.000 kilómetros que separaban su Marbella natal del atelier de Lorena Panea. Allí, en Barcelona, le esperaba su vestido de novia. Su intuición no falló, no podía ser otro. “Conocí el trabajo de esta diseñadora por internet y me enamoré. No dudé en llamar y concertar una cita. ¡Todo el mundo me decía que era una locura irme tan lejos! Pero yo sabía muy bien lo que quería en mi boday no lo dudé ni un segundo”, reconoce la novia.

Llegó al coqueto atelier de Lorena Panea, situado en la zona alta de la Ciudad Condal, acompañada de una amiga. “Estaba nerviosa, vino con las expectativas muy altas, pero tenía miedo a que no le quedara bien. Sin embargo, fue probárselo y se enamoró. Salió de allí con una cara de emoción que aún recuerdo”, nos cuenta la diseñadora, emeritense de nacimiento y barcelonesa de adopción. Una vez elegido el vestido, se pusieron manos a la obra para dar forma a su ilusión.

Inspiración en la mitología

Tamara no quería ser la típica novia clásica, necesitaba sentirse “muy ella” en el día más importante de su vida. “Mi idea era encontrar algo distinto. Cuando pensaba en mi boda me imaginaba con un mantón de manila, algo muy del sur. Además, como queríamos casarnos en la playa, pensé que podría estar muy bien buscar un vestido con cierta estética bohemia”. La unión de estas dos premisas se materializó en el modelo Kybele, un diseño tremendamente especial dela colección Anatolia de Lorena Panea, que tuvo el honor de presentar en la prestigiosa pasarela Barcelona Bridal Fashion Week.

Kybele no es un vestido de novia más. Es un relato de mitos y ninfas, una fusión de modernidad tejida con hilos de tradición que se pueden explicar en cada una de sus puntadas. Su nombre hace referencia a la diosa Cibeles y los flecos protagonistas simulan las alas extendidas de la diosa Astarté. Partiendo de estos dos clásicos de la mitología y llevándolo al terreno nupcial, nada podía salir mal.

un Dos piezas con mantón de flecos

Tampoco es un vestido de novia al uso. Hablamos de un dos piezas que sigue las últimas directrices de la industria. Fue una de esas tendencias arriesgadas que parecen difíciles de asentar, pero se acabó consolidando como una de las favoritas de las novias más modernas. Comenzaron a verse en las propuestas Fall 2019 de la New York Fashion Week y, desde entonces, han sido muchos los diseñadores nupciales que han convertido el crop top para las novias en objeto de culto. Estos “escotes” a la altura del abdomen muestran su lado más romántico gracias a combinaciones con delicadas faldas largas de talle alto y textiles exquisitos como los utilizados por Lorena Panea. “Los tejidos eran suaves, tenían un tacto espectacular y se adaptaban al cuerpo como un guante. No había visto nada así antes”, reconoce la novia.

Hablamos de un cuerpo de escote cruzado que se ata en la espalda y se remata con un enorme mantón de flecos, otra de las tendencias más punteras y atemporales que sigue con nosotros después de varios años. Muchas novias eligen este accesorio de tradición española con el que, gracias a su espectacularidad, se puede prescindir de velo, de cola y centrar todo el protagonismo en la espalda. Lo especial de este diseño, sin embargo, es que está incorporado al propio top. “Al ser una boda en Andalucía, tenía todo el sentido”, explica Lorena. En este caso, está confeccionado con una base de gasa bordada con hilos de algodón, tiene detalles en guipur y está cuajado de pequeñas piedrecitas blancas bordadas que aportan el toque de brillo necesario. El conjunto se completa con una falda de silueta sirena y tul bordado con motivos florales, hecha con un tejido elástico para que la novia se pueda mover con absoluta comodidad.

Accesorios especiales y un cambio de look

Tamara rompió la monocromía del blanco con unas sandalias azul celeste de acabado metalizado, firmadas por Lodi, que luego puede recuperar para sus looks de invitada. Aunque muchas novias optan por recogidos en las bodas, ella, fiel a su esencia, dejó suelta su melena rizada, aunque optó por ponerse una tiara-joya como una de esas diosas mitológicas en las que se inspira la colección Anatolia. Unos pendientes de topacio y diamantes, de Ruz Joyeros, y un ramo de flores, de Virginia Florista, hicieron el resto.

Lo bueno de este tipo de diseños es la facilidad para adaptarse a cada momento de la celebración. Por eso, Lorena Panea diseñó un segundo top en esa misma línea, mucho más ligero, para la fiesta. “El primer cuerpo era muy pesado, por eso ideamos otro modelo con escote halter y los mismos flecos en la espalda, apto para bailar toda la noche”, nos cuenta. Y así, bailando, remataron un día orquestado por Donna weddings y guardando para el recuerdo ese vestido inolvidable.