Tengo un móvil nuevo y creo que estoy enganchada. ¡El otro día me lo dejé en casa y lo pasé fatal! Fue horrible. No podía dejar de pensar en los mensajes y llamadas que tendría. Lo uso para el trabajo y no sé si puedo desengancharme...

¡Claro que puedes! El móvil es solo un aparato, una herramienta. Lo que sucede es que se ha convertido en un canal de comunicación que parece imprescindible, pero no lo es.

Hace no tantos años, no existían los móviles y teníamos relaciones sociales, podíamos quedar con gente y sabíamos de aquellos que nos importaban. Recuerdo también cómo eran esos encuentros con amigos o familia: hablábamos, nos mirábamos y estábamos en la conversación. Hoy si te fijas, hay parejas en un restaurante y cada uno mirando su pantalla o incluso con el móvil en la mesa, ¡no vaya a ser que se pierdan un mensaje!

Es raro no ver a alguien con su teléfono en cualquier sitio y en cualquier momento

Desde hace tiempo, yo paso de mi móvil. Lo uso un rato al día para cosas de trabajo o para quedar con mis amigos. El resto del tiempo soy muy respetuoso con mis prioridades: cuando como, lo silencio y por la noche, lo apago. Los domingos ni lo enciendo. ¡Me siento liberado del teléfono y me encanta!

Te recomiendo que pienses en el tiempo que miras a la pantalla y en el tiempo que miras a las personas: ¡invierte en conectarte de verdad! Dedica un rato a apagarlo. Y cuando estés con alguien, procura estar con esa persona al 100%, la atención es la mejor manera de cuidar las relaciones.

Sobre todo, dedícate tiempo para observar, pensar y... ¡vivir!