Haruki Murakami es uno de los grandes autores contemporáneos. Su libro más reconocido, Tokio Blues, se encuentra entre los más leídos del siglo, y su nombre lleva resonando años como posible candidato al Nobel de Literatura. Entre quienes disfrutamos de la lectura, no queda duda de que Murakami es un gran contador de historias, capaz de evocar las emociones más profundas con un lenguaje simple y directo, muy japonés. Aunque, si me preguntas, sus finales te dejan con ganas de gritar.

Pero Murakami no solo es un excelente escritor. Es también un lector incansable, como confiesa en De qué hablo cuando hablo de escribir. La lectura, junto a la música, fueron siempre sus grandes obsesiones. “Por muy ocupado que estuviera, por muy apretada que resultara mi vida, leer suponía la misma alegría que escuchar música. Nadie pudo robarme nunca aquel placer”, escribe en su ensayo autobiográfico.

Haruki Murakami
GTRES

No cabe duda de que por sus manos han pasado cientos de libros, de mayor o menor envergadura. Pero cuando le preguntan, Murakami lo tiene claro. Hay tres títulos en particular que han marcado su vida de forma irremediable. El autor lo deja por escrito en el epílogo de su traducción japonesa de El gran Gatsby. “Cuando alguien me pregunta, ¿cuáles tres libros han significado más para ti?, puedo responder sin pensar”, escribe Murakami. Y estos son esos tres grandes libros.

‘LOS HERMANOS KARAMAZOV’, DE FIÓDOR DOSTOIEVSKI
Amazon

‘Los hermanos Karamazov’, de Fiódor Dostoievski

No hay escritor japonés que se precie que no haya tenido su flechazo con Dostoievski. Es un fenómeno ampliamente documentado. Desde el principio del siglo XX, escritores japoneses como Natsume Sōseki, Ryūnosuke Akutagawa, Yukio Mishima y Kenzaburō Ōe han reconocido la importancia del autor ruso en su formación literaria. Quizá sea porque sus novelas tienen como centro los dilemas morales, la culpa, el suicidio o la alienación, temas que resuenan profundamente en la sociedad japonesa de la posguerra, marcada por crisis existenciales similares.

En cualquier caso, Murakami no es la excepción. El autor lo leyó en su adolescencia y confiesa haberlo releído en múltiples ocasiones. Lo considera indispensable en su formación como escritor, y como lector.

En particular, destaca Los hermanos Karamazov, obra en la que el autor ruso disecciona con precisión cirujana la condición humana. La culpa, la fe, el amor, el odio, la familia y el crimen se convierten en temas centrales de una novela de más de mil páginas con diálogos filosóficos que harían sudar a cualquiera. No, no es una lectura fácil, pero Murakami no se deja intimidar con facilidad. Quien se atreva con la obra, encontrará entre sus páginas un verdadero ejercicio de pensamiento filosófico. Y, desde luego, no es un libro que deje a nadie indiferente.

‘EL LARGO ADIÓS’ DE RAYMOND CHANDLER
Amazon

‘El largo adiós’ de Raymond Chandler

Casi al mismo nivel de su pasión por el jazz, Murakami se confiesa un apasionado del noir. Y en el universo de los detectives con gabardina y whisky barato, su ídolo es Philip Marlowe, el detective que protagoniza El largo adiós.

Raymond Chandler le enseñó que la prosa debe tener un ritmo propio, que escribir es un arte casi musical, como el mismo explica en De qué hablo cuando hablo de escribir. Chandler es un virtuoso del ritmo. Cada frase de El largo adiós suena como un auténtico solo de saxofón. Melancólica, afilada, precisa. Y es que, para Murakami, la línea que separa a la música de la palabra es muy fina. “Al escribir tenía una sensación más próxima a la de tocar música que a otra cosa, y aún hoy me cuido muy mucho de no perder de vista esa sensación”, escribe en el ensayo mencionado.

Philip Marlowe fue también una figura clave para su desarrollo literario, porque le sirvió en buena medida para reflexionar sobre el “yo” en la novela, los puntos de vista y las limitaciones que ofrecen determinadas fórmulas literarias. Quizá por eso siga considerando que esta es una de las novelas que más le ha marcado en su vida.

‘EL GRAN GATSBY’ DE F  SCOTT FITZGERALD
Amazon

‘El gran Gatsby’ de F. Scott Fitzgerald

Volvemos así al comienzo de todo. Y es que, como escribe Murakami en el prólogo que antes mencionaba, este es el libro que hizo que el autor japonés se convirtiera en lo que es. “Los tres han sido indispensables para mí”, continua la cita con la que empezamos este artículo, “(tanto como lector como escritor); sin embargo, si me viera obligado a elegir solo uno, elegiría sin dudarlo Gatsby. De no ser por la novela de Fitzgerald, no estaría escribiendo el tipo de literatura que escribo hoy. De hecho, es posible que no estuviera escribiendo en absoluto, aunque eso no viene al caso”.

Pero, ¿qué tiene esta novela que logró conmocionarlo a ese nivel? Como la luz verde en el muelle atraía a Gatsby, la obra de Fitzgerald ha sido iniciadora de la pasión literaria de cientos de autores.

En esta obra, que Murakami ha traducido a su lengua palabra por palabra, encontró algo que él mismo buscaba en su literatura. La belleza de lo efímero. La melancolía de los sueños imposibles. La estética del fracaso. Y sobre todo, a un narrador muy peculiar en la historia de la literatura, un testigo silencioso: Nick Carraway.

Murakami ha asegurado en múltiples ocasiones que esta es la novela que le enseñó a escribir. Que gracias a Fitzgerald entendió la importancia de la cadencia en la narración, de la que hablábamos anteriormente. Esa forma de construir personajes elegantes, pero rotos, lo marcó para siempre. Gatsby es, en el fondo, un romántico que no encaja en un mundo de opulencia. Algo que en la obra de Murakami cobra vida de múltiples formas y dimensiones. Podríamos decir que Fitzgerald convirtió en arte la nostalgia, y Murakami lo aprendió de memoria.