La perfección solo existe en dos dimensiones. Cuando aplicamos filtros, borramos marcas, corregimos dimensiones y dedicamos horas a una fotografía, conseguimos la perfección. Antes de que la cámara dispare, se amontonan otras tantas horas de maquillaje, vestuario y posado. A veces, hasta clases y escuelas que enseñan a eso mismo. A parecer perfecta ante la cámara. Marilyn Monroe sabía mucho al respecto. 

Marilyn Monroe fue la mujer más icónica y deseada de su época. Su figura, su belleza clásica y su estilo cautivador dejaron huella en la cultura estadounidense y trascendió fronteras. ¿Quién no ha performado el famoso "Happy Birthday, Mr. President" en una fiesta de cumpleaños? 

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Pero lo que muchos no saben es que además de ser hermosa, Marilyn Monroe fue una mujer muy inteligente. Una poeta. Una feminista emprendedora que desafió a Hollywood sin despeinarse. Y una sabia que dejó grandes lecciones de belleza. Pero no de esas que nos dicen cómo maquillarnos, sino de aquellas que hablan de la belleza más auténtica. 

La perfección es aburrida

Si preguntáramos a Marilyn Monroe porque no merece la pena ser perfecta, estoy segura de que respondería, "porque es tremendamente aburrido". Como toda mujer inteligente y sensible, la actriz y modelo estadounidense buscaba algo más en esta vida que ser una cara bonita y lucir bien frente a la cámara. Quería expresarse, y si bien la actuación era una de las muchas formas que tenía de hacerlo, tras su muerte se descubrió que su favorita era la poesía. 

Monroe era una mujer muy reflexiva, y a ella se le atribuye cierta lección de belleza que jamás deberíamos olvidar: "La imperfección es belleza, la locura es genialidad y es mejor ser absolutamente ridícula que absolutamente aburrida." 

¿Ves? Marilyn Monroe prefería ser cualquier cosa, antes que una aburrida. 

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La autenticidad como camino hacia la belleza

Dejando las bromas y la poesía aparte, lo cierto es que en las palabras de Marilyn Monroe se esconde posiblemente el secreto de la belleza más auténtica. Señala, en primer lugar, la imperfección como fuente de hermosura. Y es que, como adelantaba al comienzo de este artículo, la perfección real no existe. Solo la encontramos en dos dimensiones. Los seres humanos tenemos, que se sepa, al menos tres. 

"La locura es genialidad", continua la cita. Una frase acertada que define en cierta medida su vida. Cualquier le habría dicho que estaba loca al enfrentarse a Hollywood y a la industria, marcando su destino como feminista y empresaria. Quizá esa parte de su legado no haya trascendido tanto como su belleza, pero sigue siendo un símbolo para millones de mujeres. 

"Es mejor ser absolutamente ridícula que absolutamente aburrida". Es cierto, y Brené Brown, académica de la Universidad de Houston, lo ha demostrado

Un paseo hacia la vulnerabilidad

"La autenticidad es la práctica diaria de dejar ir a quien creemos que deberíamos ser y abrazar quiénes somos", escribe Brené Brown en su libro Los dones de la imperfección. Para ella, la mayor experta en perfeccionismo e imperfecciones de la actualidad, la autenticidad es "un conjunto de decisiones que debemos tomar cada día". 

Y continúa: "Es elegir mostrarnos y ser reales. Elegir ser honestas. Elegir permitir que nuestro verdadero yo sea visto". Una decisión compleja, valiente y efectiva. 

Porque aquí está el verdadero secreto, la razón científica por la que el mundo te verá mucho más guapa si eres auténtica, que si te escondes tras una máscara de perfección. "La verdadera pertenencia solo ocurre cuando mostramos al mundo nuestro yo auténtico e imperfecto. Nuestro sentido de pertenencia nunca puede ser mayor que nuestro nivel de autoaceptación". 

O lo que es lo mismo. Solo podemos conectar con los demás en la medida en la que nos aceptamos. La perfección no solo aburre, como decía Marilyn Monroe. Nos aísla, nos hace parecer frías e inalcanzables, y nos resta el atractivo real que solo se manifiesta en relaciones llenas de autenticidad.

¿Quieres gustar a los demás? Sé tú misma. No hay otro camino. 

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Construyendo la autoestima

Hay otra razón por la que las palabras de Marilyn Monroe tienen una dimensión real, más allá de la poesía. La seguridad en nosotras mismas nos hace atractivas. Lo demostraba un estudio de la Universidad de Columbia en 2010, en el que se confirmaba que las mujeres que mostraban confianza con su lenguaje corporal eran percibidas como significativamente más atractivas, fueran cuales fueran sus rasgos físicos objetivos. 

¿Y qué tiene que ver la seguridad con la autenticidad?, te preguntarás. Esa respuesta la responden los expertos en crecimiento personal Álex Rovira y Francesc Miralles en su libro, Homo Solver, en el que demuestran que ser auténticas es la única forma de querernos a nosotras mismas. 

Para comprobarlo, Rovira, a quien tuvo la oportunidad de entrevistar esta revista, nos proponía un sencillo ejercicio. "Haz y verás quién eres". 

Solo por medio de la acción, confirmaba el experto, podemos aprender quienes somos. Así que sí, haz locuras, sé ridícula, pero no seas aburrida. Porque todo lo que dejas de hacer para no parecer imperfecta, para no dar una mala imagen o para no aparecer mal en una foto, te aleja un poquito más de quien eres. 

"Tu verdadera identidad no es lo que otros creen de ti, sino lo que tú descubres cuando te escuchas y actúas desde tu verdad más profunda", declaraba el autor en la entrevista. "No, no necesitas ser perfecto para merecerte. Solo necesitas empezar a reconocerte y en ese camino, cada gesto de amor propio es un acto de coraje", concluía Rovira. Creo que Marilyn Monroe habría estado de acuerdo.