29 de junio de 2018, 14:00
Ellas y sus sabios consejos
La mejor estilista de moda siempre ha sido tu madre
Lo que dicen va a misa, te guste o no. Repasamos sus consejos más típicos y POR PRIMERA VEZ, les damos la razón en todo.
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Madres... ¿qué haríamos sin ellas y sin sus sabios consejos? Los hemos recibido de todo tipo, desde académicos hasta emocionales pero... los que más nos tocaban la moral eran (muy probablemente) los de estilo. Seguro que te suena lo de: "¿Vas a salir así?" o "Quítatelo que así no vas a ir a esa fiesta". Era un poco difícil de soportar pero tenemos que reconocer que hay cosas que ahora les agradecemos, y mucho. Estos son los mejores consejos de estilo que nos dieron nuestras madres.
Tus aliados para vestir bien (según tu madre)
No te agobies. Si no sabes que ponerte y te encuentras en una situación que roza lo inabordable, tienes las dos mejores opciones que tu madre ya te ha presentado en alguna ocasión:
- La camisa blanca es tu aliada y también es la prenda más top de un fondo de armario perfecto.
- ¿No sabes qué ponerte? Muy fácil: vístete de un solo color, preferiblemente de blanco o de negro integral.
Mejora ese look con tus accesorios
Pensamos que los accesorios y complementos son solo eso, un extra sin importancia pero no. Muchas veces son los encargados de determinar nuestro conjunto y son capaces de mejorarlo (y de empeorarlo) en un solo gesto. Pero de lo que no nos cabe duda es de que no hay un solo look en el planeta que unos buenos tacones altos no puedan arreglar.
Aunque claro, también puedes empeorarlo añadiendo demasiados complementos. Antes de salir de casa, mírate al espejo y plantéate qué es lo que te está sobrando. Seguro que hay algo. Antes de salir como un árbol de navidad, es preferible dejar algo en casa.
Menos siempre es más. O mini falda o escotazo XL. O maxi pendientes o muchos collares juntos. O un look de sombras extraordinario o los labios poderosamente perfilados. Acuérdate siempre de renunciar a algo de lo que habías pensado llevar y nunca fallarás.
Gracias siempre, mamá.
Por Carmen Santaella
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