Cuando en la última visita de los Reyes a Barcelona, con motivo de la inauguración de la cuarta torre del grupo Puig, se vio al monarca alzando la mano de manera disimulada, casi imperceptible para el resto de invitados al cóctel, pocos imaginaron que le estaba enviando un mensaje en clave a Letizia, quien, enfrascada en la conversación, obviaba el gesto en cuestión. No es que al Rey le molestara la camisa, ni que necesitara mirar la hora. Estaba cansado y quería marcharse del evento. 

La periodista Pilar Eyre repara en este curioso gesto que, como ella apunta, consiste en “levantar el puño, no a la manera comunista, sino girando levemente la muñeca, como mostrando un reloj imaginario” cuando desea marcharse. Es un movimiento perfectamente pactado entre ambos para decir sin hablar.

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Una comunicación en clave que bebe de predecesores royals como Isabel II, que, tal y como recuerda la periodista, “cuando la Reina inglesa deseaba que una audiencia acabase, depositaba su bolso en el suelo”. Lo que venía a continuación era una nube de asesores entendiendo el mensaje y acompañando a la visita, de la manera más gentil posible, hasta la puerta. Señor, señora; la audiencia ha terminado. 

Felipe y Letizia
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Los 'guiños' en clave de Letizia y Felipe

Un sistema discreto y tan universal como la misma vida. Tú lo usas con tu pareja, con tu amiga cuando está hablando de más y le propinas una patada o en esa mirada fulminante a tu retoño cuando dice algo inapropiado. Pero, claro, ellos son reyes. Y, aunque Letizia sea muy dada a la gestualidad, hay veces que es de lo más prudente con sus ademanes. Quizás haya sido idea de Felipe, criado en estas técnicas, viéndolas en su madre y en su padre y, ahora, heredadas casi de manera orgánica. 

Cuenta Pilar Eyre en la revista Lecturas que es el Rey quien más recurre al gesto secreto. Ella, de natural curioso y enfrascada en apasionantes conversaciones de las que algo siempre aprende, es la que debe estar atenta al cansancio del otro. Y a veces cuela y, otras, pues menos. Por ejemplo, en el encuentro con los Puig, dada la gran vinculación entre Letizia y el grupo empresarial, coló poco. Quien la vio en el acto, descubrió a una mujer solícita y atenta, conversadora y que se interesaba por todos los detalles. 

El San Valentín de Letizia en Barcelona

Por mucho que Felipe levantó el puño, Letizia decidió hacer caso omiso. Estaba radiante y feliz de poder compartir esa noche en Barcelona. Era la festividad de San Valentín, y la Reina estrenaba un conjunto de Dries Van Noten, también de la compañía, de lo más rompedor. Ella estaba exultante y se movía con soltura entre las diferentes conversaciones. Eyre apunta que hasta estuvo “con buen apetito” y comió de todo lo que le ofrecieron, señal clara de que se encontraba a gusto y relajada. Confiada.

letizia barcelona
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Pero cuando las señas pasaron de secretas a más que evidentes y, antes de hacer sentir mal a los anfitriones, Letizia captó la indirecta. Se despidió de todos y, junto a sus escoltas, salió a paso apresurado hasta el coche oficial que les esperaba.  

El código secreto: una necesidad de primer nivel para los Reyes

Letizia y Felipe han necesitado pulir su lenguaje secreto. Al principio no había ni rastro de él. Quizás por eso, en su presentación como pareja oficial y anuncio de su compromiso, ella, viendo que el entonces príncipe la interrumpía, espetó: “déjame acabar”. Espontaneidad en estado puro que tenía que acabarse. Las normas de etiqueta son estrictas en la Corona. Si a María Antonieta le resultaba absurdo el protocolo de vestimenta que debía seguir cada día en Versalles, a Letizia le ocurría tres cuartas partes de lo mismo. Pero se hizo a ellos. Y sin revueltas de por medio.

Letizia y el lenguaje en clave con Leonor y Sofía

Y tan bien lo han perfeccionado y tanta eficacia tiene para ellos, que Letizia, como doña Sofía se lo inculcaría a Felipe, se lo ha transmitido a sus hijas. Basta una mirada de la asturiana para que Leonor y Sofía entiendan aquello que les está queriendo decir.

En la proclamación, cuando solo eran unas niñas, Letizia les hacía discretos gestos a las entonces infantas sobre cómo debían comportarse en el acto ante las Cortes. La Reina juntaba las palmas de las manos y las llevaba a su regazo. Una pista para las pequeñas, que debían corregir su postura y sentarse de la manera que tantas veces habían ensayado en casa. 

En la próxima reunión familiar con Elena, Cristina y Juan Carlos, si vemos a la reina Letizia levantar la mano, ya sabemos qué le está queriendo decir a su marido. Hoy por mí, mañana por ti.