Ser madre te cambia la vida y, por consiguiente, las prioridades. Desde el primer momento eres consciente de que, al igual que vas a disfrutar mucho de esa personita, también vas a preocuparte y sufrir por ella a todos los niveles: cuando esté enferma, cuando le pase algo y no sepas qué es, cuando vaya al cole y algún niño se meta con ella, cuando empiece a salir... Mi madre siempre ha dicho que nunca dejas de preocuparte por los hijos, y es una realidad que puedo certificar desde que yo también soy madre. 

Aunque sean adultos, siempre estaré pendiente de que estén bien, de que sean felices, de respaldarles en sus decisiones o de acompañarles en los buenos y malos momentos. Pero una cosa es preocupación y otra muy distinta sufrimiento. Evidentemente no me refiero a escenarios graves y excepcionales como enfermedades y otros supuestos, sino de situaciones corrientes.

cómo dejar de sufrir por los hijos adultos
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Un exceso de empatía y responsabilidad pueden ser las causas del sufrimiento por los hijos adultos.

Todos conocemos casos de madres mayores que cargan sobre sus espaldas cualquier preocupación de sus hijos adultos que incluso ya han creado sus propias familias, llevándolas en ocasiones a extremos que pueden afectar a su propia salud. ¿Cómo dejar de sufrir por los hijos adultos?

Un exceso de empatía y responsabilidad

La responsabilidad de ser padres puede resultar abrumadora, hasta el punto de llevarnos a sufrir de más incluso hasta el punto de hacerlo por cosas que no han pasado o que no nos afectan directamente. Como padres, es fácil caer en la empatía excesiva; de hecho, hay personas que describen a sus hijos adultos como si fueran parte de sí mismos, y esta estrecha relación les puede llevar a experimentar ciertas emociones frente a las problemáticas a las que les toca enfrentarse a sus hijos, a verse implicados e involucrados. y esto también puede llevar al sufrimiento.

Desde María Palau Psicología (@psi.mariapalau) proponen varias ideas a tener en cuenta para dejar preocuparse en exceso por cómo están nuestros hijos cuando ya son adultos, y de algunas estrategias que pueden ayudar a disminuir el malestar asociado.

La adolescencia, punto de inflexión

A nadie se le escapa, incluso a los que no son padres, que la crianza de los hijos no es fácil. Podemos tener la sensación de que tenemos mucho control en su desarrollo y crecimiento, en especial en edades tempranas, pero ese control va disminuyendo en favor de su propia autonomía. Cuando nuestros hijos son pequeños, dependen de nosotros y debemos procurarles lo necesario para satisfacer sus necesidades básicas, desde alimento y descanso hasta cariño, estimulación ambiental y amor. 

A medida que los hijos crecen, van reclamando su propio espacio y su propia identidad, lo que los psicólogos llaman “proceso de individuación”. Tal como explican en María Palau Psicología, "aceptar que nuestros hijos nos van a ir necesitando cada vez menos es una idea difícil de asumir". Si bien esto nos puede dar la sensación de que se están distanciando, es un proceso natural por el que todos debemos pasar para luego integrar bien quiénes somos y qué queremos. En este contexto de búsqueda de identidad y autoconocimiento, es importante que los jóvenes cuenten con el apoyo adecuado.

Confiar en lo que les hemos enseñado

Una de las claves para no sufrir por los hijos adultos, es confiar en que todo lo que hemos hecho en su proceso de crianza será suficiente para que puedan enfrentarse a las situaciones de la vida cotidiana, o que si no saben cómo hacerlo, buscarán la manera de encontrar soluciones.

El papel de los padres no es proporcionar seguridad eternamente, sino las habilidades y la intimidad suficiente como para que sepan que podrán contar con ellos cuando los necesiten. Es por ello que, cuando los hijos se hacen adultos, debemos confiar en sus habilidades y capacidades de afrontamiento, porque en ellas hay una parte importante de la educación inculcada y de los valores recibidos por parte de los padres, ya sea de manera verbal o no verbal.

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La adolescencia es un punto de inflexión esencial en la vida de las personas.

Cómo dejar de sufrir por los hijos adultos

Además de tener confianza en todo lo que les hemos enseñado, tal como decíamos más arriba, aquí tienes algunas de las estrategias concretas que puedes seguir para dejar de sufrir por los hijos adultos.

  • Acepta que son adultos. Son personas autónomas, independientes y que se valen por sí mismos (aunque tú los sigas viendo como tus "niños"). Ten confianza en todo lo que les has ido enseñando a lo largo de los años porque, aunque no lo parezca, todo deja su poso.
  • Ponte en su lugar. ¿Recuerdas cuándo tenías su edad? Ponerte en sus zapatos y empatizar con ellos te ayudará a darte cuenta de que, aún siendo tus hijos, son adultos al igual que tú lo eras. 
  • No asumas sus responsabilidades. Una cosa es que les eches un cable en un momento dado y sepan que puedes contar con ellos, pero eso no quiere decir que tengas que hacerles la compra o prepararles la comida para que se la lleven a su casa. De igual manera, aprende a poner límites para que no abusen de ti.
  • Piensa en ti. Hilado con el punto anterior, suelta lastre y ya verás cómo vivirás más tranquila. Eso te abre un mundo de posibilidades que te ayudarán a mantener la cabeza ocupada, como hacer nuevas actividades. Ya verás cómo vuestra relación se verá enriquecida.
  • Comparte tus inquietudes. Hablar con otras madres en tu misma situación te ayudará a relativizar la situación, incluso a tomártela en clave de humor. Lo verás de otra manera.

En cualquier caso, si se siente que la preocupación por los hijos adultos se convierte en un ciclo difícil de manejar, podría considerarse la terapia ya que puede ofrecer herramientas para gestionar esos pensamientos intrusivos.