¿Hay algo más complicado que acabar con la cal de los baños? Es un mal que me persigue constantemente, y por más que pruebo productos diferentes, no conseguía deshacerme de ella. Hasta que se me ocurrió consultar a las verdaderas expertas en la materia: las amas de casa. Y en particular, a la más aplicada que conozco, una ama de casa de los pies a la cabeza, mi abuela.

Teresa Meléndez ha criado a cinco niños y ha lidiado con todo tipo de manchas durante toda su vida. Su casa, a sus 74 años, sigue estando como los chorros del oro. Y aunque ahora le cuesta algo más lidiar con las tareas del hogar, sigue siendo todo un pozo de sabiduría popular y casera.

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Y no solo por haber lidiado con la suciedad de una familia al completo durante toda su vida, sino porque su marido, mi abuelo, ha sido albañil toda la vida. Entre escayola, aceite, grasa y manchas de chocolate en las ropas de mis tíos, no hay nada que se le resista. La cal de los baños no es una excepción.

El ingrediente definitivo para la cal

Si entras en el cuarto de baño de mi abuela, verás que no hay ni una sola mancha a la vista. Y sí, eso también se aplica a sus grifos, que brillan como si se los acabaran de instalar. El baño, por supuesto, lo hizo mi abuelo. Es el más limpio que he visto nunca.

Cuando le pregunto por el secreto de esos grifos relucientes, no duda ni un segundo: vinagre blanco, ese es su ingrediente secreto.

“El vinagre blanco es buenísimo, pero para todo. Los azulejos te los deja brillantes, brillantes”, me comenta Teresa mientras le pregunto por su proceso de limpieza.

Según me cuenta, hasta mi abuelo lo usa cuando le hace el mantenimiento al baño o cuando terminaba alguna de sus instalaciones. “Le da con vinagre y un paño, queda estupendamente”, me comenta.

Este producto que sirve para todo, como ella dice, se puede usar en infinitas tareas domésticas. “Para la ropa, con el vinagre blanco y un poquito de quitamanchas del Mercadona, salen hasta las manchas de chocolate. Tú pruébalo”, me recomienda mientras enumera las tantas faenas que puede solucionar con vinagre. “El otro día limpié el reloj de la cocina, que se llena de pringue con el tiempo. Eché el vinagre en el paño, y lo pasé directamente. Y quedó, mira, estupendo”, y es que mi abuela no deja suciedad en ningún detalle de la casa.

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Las expertas lo aprueban

No hay nada como la sabiduría popular de las amas de casa, pero en las redes las expertas también se hacen eco de estos consejos. La gran Paula Seiton, experta en orden, limpieza y decoración, compartía en sus redes el mismo consejo que Teresa ofrece a CLARA: con vinagre blanco, te olvidas de la cal.

El paso a paso, según la experta, es el siguiente:

En un pulverizador, añade el famoso vinagre blanco. Lo puedes comprar en cualquier supermercado, aunque a mi abuela el que le gusta es el de Mercadona.

  • Pulveriza el vinagre sobre los grifos, la alcachofa de la ducha o cualquier otro elemento de tu baño que haya sido invadido por la cal.
  • Deja que actúe durante una hora.
  • Pasa un paño húmedo para retirar el vinagre.
  • ¡Y listo! Queda todo impoluto y sin cal a la vista.

¿Por qué funciona este truco?

Este truco tan sencillo que usan expertas como Seiton y amas de casa de las de toda la vida, como mi abuela, tiene su aquel. Y es que el vinagre blanco, como nos cuenta Teresa, “es mano de santo para dejar los grifos impolutos”.

La razón es pura química. El vinagre blanco quita la cal porque contiene ácido acético, una sustancia que disuelve los depósitos minerales, como el carbonato de calcio, que es lo que forma ese color blanquecino sobre los grifos.

Entrando en detalles, cuando echamos el ácido acético (vinagre) sobre el carbonato de calcio (la cal) se produce una reacción química que produce acetato de calcio (soluble al agua), dióxido de carbono (gas) y agua. Esto ablanda y disuelve los residuos de la cal, facilitando su limpieza.

O lo que es lo mismo. Para limpiar los grifos, la mampara, los azulejos o cualquier otra parte de tu baño que se haya visto afecta por la cal no necesitas productos elegantes, sino remedios de toda la vida. Y para amas de casa como Teresa Meléndez, mi abuela, el remedio definitivo es el vinagre blanco.