ten cuidado

Expectativas: cómo enfrentarse a ellas para no frustrarse

Hoy os cuento una anécdota con moraleja sobre el daño que hacen las expectativas a nuestra salud mental.

Rafael Santandreu

Psicólogo y autor del libro "Sin Miedo".

25 de noviembre de 2019, 17:16

Hace unos días me sucedió algo muy curioso que quisiera compartir con vosotras. Había preparado una escapada a la montaña. De vez en cuando, me voy a hacer senderismo y rutas de montaña, me conecta con lo más profundo y es fuente de inspiración. Hago ejercicio, desconecto de tecnologías, hablo con la gente del pueblo y me vuelvo fresco como una lechuga.

Objetivo: compartir experiencias

Esta vez había invitado a dos amigos a venir, me apetecía muchísimo poder compartir esa experiencia. Llevaba días pensando en lo fantástico que sería, los tres caminando, riendo, recordando anécdotas, compartiendo paisajes… ¡una chulada! Llegó el día y uno de ellos, Ramón, dijo que no podría ir, estaba con fiebre alta y sin poder moverse de la cama… Vaya chasco.

Las cosas no iban como yo me las había estado imaginando

Mi otro amigo, Javier, y yo decidimos ir igualmente. Sentía que los dos nos íbamos rehaciendo en la cabeza otra idea del fin de semana. Primera expectativa cambiada. Pensé, “estupendo, podemos conocernos un poco más y disfrutar igual”. Al llegar al hotel, mi amigo me contó que estaba muy de bajón, que estaba pensando en divorciarse,en cambiar de trabajo…Uf, pensé que iba a ser complicado lo de poder reírse. Esa tarde estuvimos hablando de todo un poco; al final, concluyó que dedicaría el finde a dejar la mente libre, y que ya iría tomando decisiones. Perfecto. Otra expectativa que se giraba.

Lo cierto es que me estaba contrariando un poco, ya que el fin de semana no estaba saliendo como esperaba. Aunque me dije que esto era parte de la vida y que quedaba tiempo. Respiré.

Poner a prueba la tolerancia a la frustración

Al día siguiente, nos pusimos en marcha. Lo que pasó a continuación puso a prueba mi tolerancia a la frustración. Mi amigo estrenaba botas y al poco le salieron ampollas. Decidió volver. ¡Vaya fin de semana!, totalmente contrario a lo que había imaginado.

Bueno, pensé, así son las cosas, puedes disfrutar de la ruta y a la vuelta tomar algo con Javier. De pronto, pasó lo que suele pasar en montaña, cambio de tiempo radical: empezó a nublarse y zas, chaparrón. Sin impermeable… error de principiante. Así que decidí regresar.

Cuando volví, Javier me dijo que había pensado volver antes a casa, quería hablar con su mujer. Le dije que me parecía bien, tenía que hacer lo que creyese mejor. En mis palabras había sinceridad profunda.

Por qué no cambiar el enfoque y disfrutar del momento

Así que me vi solo en el hotel y sin poder caminar, ya que según la previsión meteorológica, las lluvias estarían presentes durante esos días. Sentí enfado, frustración, pena… Aunque tengo una mente muy entrenada y racional, a veces me ofusco un momento.

Pensé “¡qué rabia, nada ha salido como yo pensaba!”; y entonces lo vi claro: ese es el problema, “como yo pensaba”. De inmediato, todas esas emociones se transformaron en agradecimiento. Agradecí a la vida ese giro de los acontecimientos, me hizo volver a tener presente que una cosa son las expectativas y otra lo que sucede.

Me di cuenta de que lo que me hacía ilusión al planear ese fin de semana había sido la expectativa de pasar tiempo con mis amigos, disfrutar del sol, hacer ejercicio, comer bien… ¿A quién no le motiva ese plan? Y que luego, precisa y paradójicamente por esas expectativas, me había llevado un chasco… ¡ja, ja, ja!

Me reí hacia mis adentros. “Sí que estás bobo, Rafael, picaste de nuevo”. Las expectativas pueden ser un arma de doble filo: por un lado, nos pueden motivar, dar impulso, mantener un rumbo con energía. Por otro, pueden generarnos lo contrario si no se cumplen: decepción, sensación de impotencia, rabia…

Las expectativas son la fantasía imaginada que nos gustaría que se convirtiera en realidad. Cuanto más alejada esté la expectativa de lo que sucede realmente, más es la decepción que esta origina.

Expectativas: dos reglas

  1. Mente abierta. Lo que creas que va a pasar es solo una posibilidad. Pero siempre hay que recordar que la realidad es voluble y puede no encajar con lo que hemos imaginado.
  2. Mente flexible. Pensar que de lo que sucede, se puede aprender. Ese finde pude dedicarlo a leer, dormir, jugar al ajedrez y disfrutar de la lluvia.

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