¡Nos pasa a muchas!

¿Te pones roja? 10 consejos para evitar pasar apuros

Si cuando tienes que hablar en público te pones roja o te ruborizas fácilmente ante cualquier situación, toma nota de estos trucos para evitarlo.

Carme del Vado

Redactora Jefe de CLARA.

6 de abril de 2018, 15:30

Causas de ponerse roja

Enrojecer hasta los topes si te caes en medio de la calle o enganchas el vestido y te quedas desnuda en una sala llena es normal. Lo que ya es más incómodo es si te pasa con frecuencia. ¿Por qué te sucede? ¿Tienes miedo de no estar al nivel de tu autoexigencia? ¿O de que te juzguen negativamente? Si bien una parte de la culpable de que te pongas roja es física, la inseguridad y la falta de autoestima suelen tener mucho que ver. Concéntrate en quién eres y no en esa idea que te has creado sobre quién deberías ser, no te exijas en exceso y cuidadín con las altas (muy altas) expectativas para contigo misma.

Además de esto, ponerse rojo también es algo físico. Y es que la cara tiene muchos capilares sanguíneos rodeados de músculos. Cuando la contracción de los músculos aumenta, también lo hace la velocidad de circulación de la sangre por la cara, por lo que esta enrojece. ¿Y esto le pasa a todo el mundo? Pues no. Esta contracción muscular es involuntaria, depende del sistema simpático y se activa con los cambios de temperatura, el picante, el estrés... Algunas personas tienen el sistem simpático más hipersensible y por eso enrojecen más fácilmente.

La autoexigencia y la falta de autoestima hace que nos pongamos rojas

Mira el lado positivo, ponerse rojo no es algo que los demás vean como algo malo. Al contrario, las personas que se ruborizan con facilidad son vistas como más empáticas y dignas de confianza. Según Peter J. de Jong, profesor de la Universidad de Groninga (Holanda) y autor de The psycological significance of the blush este rubor nos podría hacer parecer más atractivos así que no te apures, ¡no todo es malo!

Consejos para hablar en público sin ponerse roja

  • Controla tu estrés. ¿Cómo? Muy sencillo, gracias a tu respiración. Coloca una mano sobre el estómago y la otra sobre el pecho e inspira lentamente. Llena primero el estómago y ve subiendo, haz una pausa. A continuación, libera el aire poco a poco, vaciando primero el pecho y luego el estómago.
  • Ríete del miedo (y de ti misma). La risa es una gran liberadora de tensiones así que busca el lado divertido de las cosas y usa el humor para romper el hielo si te cuesta interactuar con los demás. En momentos de tensión, cuéntate un chiste mentalmente, para ayudar a relajarte. Además, ¿temes equivocarte y que se burlen de ti? Adelántate y hazlo tú primero. Por ejemplo, estás hablando y te trabas. Di algo como "vaya, hoy tengo la lengua de trapo". Tendrás la complicidad de la audiencia y es que ¿a quién no le ha pasado alguna vez?
  • Busca un punto fijo. Mejor que una cara amiga, focaliza tu atención en un elemento del fondo (cuadro, aplique…).
  • No te tomes una copa. El alcohol no aumenta tu confianza sino el flujo sanguíneo en la cara, y te pone más colorada.
  • Sé positiva y confía en ti. Por inseguridad, solemos ponernos en lo peor. Necesitamos tanto tenerlo todo bajo control, que imaginamos todo lo que puede salir mal. Olvídalo y concéntrate en el momento (lo que tienes que hacer, decir…) y olvídate del resultado.
  • Visualízate "en paz". Cuando notes que la tensión empieza a dispararse y los nervios van a poder contigo, imagínate haciendo algo que te dé paz, como acunar a un bebé dormido, acariciar a una mascota, etc. Al mismo tiempo, sigue respirando profundamente
  • Protector solar. Póntelo aunque hables en un interior, sea la época del año que sea. Sus filtros atenúan las rojeces.
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