Si te van las recetas saludables, ya sabrás que el brócoli es uno de los protagonistas indiscutibles tanto de comidas como de cenas. Es ligero, digestivo y contiene ácido fólico, muchos minerales y vitaminas (sobre todo vitamina B y C). Aparte, combina con muchos otros alimentos y resulta muy fácil de preparar.

Para que te hagas una idea, si lo vas a comer crudo o al dente, solo tienes que dejarlo en remojo en agua fría con sal o vinagre durante unos minutos y enjuagarlo. También puedes cocerlo, hacerlo al vapor, asarlo o saltearlo. Nos quedamos con esta última opción, perfecta para mantener su textura a la vez que aporta un toque crujiente muy sabroso.

Así pasará más desapercibido el sabor del brócoli

Pese a sus numerosas virtudes, el brócoli tiene un sabor algo peculiar que no gusta a todo el mundo. Lo bueno es que tiene fácil solución, ya que puedes aliñarlo con una buena vinagreta con tres partes de aceite de oliva por una de vinagre de Módena, hierbas aromáticas y una pizca de sal. 

Si buscas un plato de invierno, el brócoli gratinado es muy suave y perfecto para entrar en calor. Tan fácil como cubrirlo con besamel y queso, lo que camuflará su aroma. Otra idea es condimentarlo con mayonesa, salsa de tomate o mostaza. La última opción sería integrarlo en una menestra de verduras en la que apenas resaltará.

No te pases con el tiempo de cocción

Antes de cocinar el brócoli debes saber que, al igual que sucede con otros alimentos como el arroz o el pescado, su textura no resulta demasiado agradable cuando se pasa. Para evitarlo, solo tienes que apuntar la siguiente "chuleta": 2 minutos si lo quieres al vapor, 2 minutos si lo escaldas, 4 minutos si lo cueces y 15 si lo asas. Estos son los tiempos generales que variarán según el tamaño del brócoli y la temperatura de cocción.

En cuanto a las recetas de brócoli salteado, a continuación encontrarás el tiempo específico para cada una.