El 15 de septiembre de 1995 se asomaba por primera vez a nuestras pantallas Aarón Guerrero. Aunque en tu casa y en la de toda España, aquel niño de hoyuelos taladrados solo era conocido por el nombre de su personaje, Chechu. Gracias a ‘Médico de familia’, el actor madrileño se convirtió en el nieto soñado, el hijo más divertido y el hermano más temido. A pesar de que contaba solo con 9 años, supo encarnar a la perfección eso con lo que absolutamente todo el mundo podía sentirse identificado, porque todos teníamos un Chechu cerca. 

De su primera aparición ante las cámaras han pasado treinta años. Aarón Guerrero, como tantos niños actores, no llegó al papel que le encumbró a la fama por casualidad. Su familia tenía contacto con el mundo de la actuación, puesto que su padre se dedicaba al doblaje y el niño, al verlo en casa desde pequeño, y poseyendo una naturalidad única, también quiso probar suerte en la interpretación. Parecía algo de cajón. Primero realizó un personaje episódico para ‘Canguros’, la serie de Maribel Verdú y Paula Vázquez, y, tras aquello, quiso más. Sabía que ese era su camino. Al menos entonces. Porque, desde hace años, la vida de Aarón Guerrero no puede ser más distinta a la que imaginó para sí cuando solo tenía 10 años…

Aarón Guerrero que conquistó a una audiencia millonaria

Estaba claro que el niño destacaba por encima del resto de cientos de menores que se presentaron al casting. Guerrero reaccionaba y recitaba con una naturalidad pasmosa. Parecía llevar interpretando toda su vida. Además, tenía una simpatía innata que le hacía de lo más ‘querible’ por el gran público; algo que enseguida supo detectar Daniel Écija, uno de los magos de la televisión de los 90. El productor se fijó de inmediato en el niño que sabía que tenía que ser el hijo mediano del doctor Nacho Martín, Emilio Aragón; y que haría un estupendo tándem con el abuelo Manolo, Pedro Peña. Si estaban dando forma a la serie que iba a transformar el entretenimiento familiar, tenía que ser con rostros que resultaran cercanos, amables y que uno pudiera sentir de su propia familia. Sin duda, supo dar con la fórmula.

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A Chechu le vimos meterse en líos, hacer un botellón en casa, prender fuego al salón, meterse con su hermana María, enamorarse, llorar por la muerte del señor Matías y desayunar incontables tostadas que con cariño y esmero le preparaba Juani. Aarón Guerrero creció de la mano de una generación entera de niños que se sintió identificada con él. Fueron cuatro años, 119 capítulos, con audiencias de medias de diez millones de personas, en los que el jovencísimo intérprete pasó de niño a adolescente; y en los que tuvo tiempo hasta de sacar un disco que pasó sin demasiado éxito; una fórmula de negocio que veríamos repetida años más tarde en otra serie cumbre de Telecinco, ‘Los Serrano’, y su Santa Justa Klan.

Su salto a la adolescencia de la mano de ana obgregón

Cuando ‘Médico de Familia’ llegó a su fin, todo el país conocía la sonrisa traviesa del madrileño; y si había algún despistado que no la tenía fichada acabó, por conocerla cuando en 2002 fue escogido para interpretar a uno de los 7 hijos de otra obra culmen del entretenimiento familiar, ‘Ana y los 7’. De niño travieso pasó a adolescente pijo con problemáticas que Ana Obregón trataba de solventar entre subidas y bajadas por la barra americana. Tres años en los que el joven perfiló un poco más qué sería de su versión adulta y qué deseaba hacer con su vida.

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‘Ana y los 7’ acabó de grabarse en 2005 y después, salvo pequeñísimos episódicos en series o su participación en un talent de saltos a la piscina, Aarón Guerrero entendió que su vida más pública había llegado al final. “Ahora no tengo representante y podríamos decir que tengo cerrada la puerta al mundo de la interpretación”, contó a la revista Diez Minutos. “Si sale algo que me apetezca mucho hacer, lo haría; porque tengo muy buen recuerdo de esa época”.

Aarón Guerrero, empresario

Desde hace algunos años, Aarón Guerrero se presenta al mundo, no como actor, sino como hostelero. En este tiempo se ha convertido en uno de los empresarios con mayor éxito del muy competitivo sector de la restauración madrileña; “la hostelería es más dura que la actuación”; ha llegado a decir.

En su faceta empresarial, Aarón Guerrero quiso convertir ese hobby que le divertía, como era cocinar para los suyos, con los negocios, y así, unido a su hermano y a un grupo de socios, fundó los siete restaurantes (los dos Bácaros de Fabio, los tres La Tía Feli, Bamboleo y La Notaría); de los que, actualmente, se encarga de elegir las cartas, realizar las compras y, en definitiva, estar presente en el día a día para que todo salga perfecto.

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Mi época como niño actor solo me ha aportado cosas buenas. También me ha venido bien en esta nueva etapa y para mis nuevos negocios porque me ha abierto muchas puertas”, reveló hace un año.

Ha pasado años complicados. La pandemia afectó de lleno en su sector y ahora se recompone tras haber vivido una de las peores crisis laborales a las que ha tenido que hacer frente. Afortunadamente, todo ha quedado en el pasado y ahora solo puede pensar en asentar sus actuales proyectos de hostelería y en buscar nuevas opciones de negocio, como su línea de vinos, Cayetana.

La familia que ha formado Aarón Guerrero

Aaron ya no es el niño. Ahora, es el padre. Desde hace cinco años, es el orgullosísimo progenitor de Beltrán; un pequeño al que adora con toda su alma, “por él siento un amor inexplicable que hace que me replantee todas las cosas”, contó a la revista citada. Un hijo nacido de su relación con Salomé Gadea, con quien se casó en 2021. “Si mi hijo quisiera el día de mañana dedicarse a la actuación, a mí no me importaría, eso sí, tendría un control total. Tendría que compaginar su colegio con la interpretación. Si después elige que desea ser actor, que vaya a por todas”.

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Él no se siente ningún juguete roto, ni un niño prodigio al que la fama le transformó. Todo lo contrario. Aarón Guerrero fue lo suficientemente listo como para abandonar un barco que ya no le estaba llevando al puerto que él quería y embarcar en el que sí podía ofrecerle su destino soñado.

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