Cada 18 de septiembre, un nudo se forma en el estómago de todos los que formaron parte de la vida de Rocío Jurado. La fecha de su cumpleaños, que arrastrando consigo el sambenito de 'la más grande', a pesar de que este junio se hayan cumplido 18 años de su trágico fallecimiento. Hubiese soplado las velas por los 80 en este miércoles, casi dos décadas desde que el clan Mohedano se vio sacudido por el final de un cáncer de páncreas que se cobró la vida de la artista. El mismo que hizo saltar todo por los aires entre ellos. El fin de una era: la de la estampa de una familia feliz y unida de la que antaño pudo presumir la cantante.

Porque cualquiera que haya seguido de cerca los pasos de la estirpe desde que la intérprete de 'Señora' murió, sabrá de buena tinta que muy atrás quedan aquellas imágenes de todos a una. Antaño se tenían los unos a los otros, fuese en el mítico balcón de Chipiona para disfrutar de las procesiones de la Virgen de la Regla o como punto de apoyo común frente a las adversidades. Que no fueron pocas, más todavía después de que la propia Rocío contase al mundo en el 2004 la enfermedad que padecía. La que la llevó hasta Houston para tratarse con los mejores, rodeada de una red de inconmensurable apoyo que acabó destruida tras su partida.

A fin de cuentas, podría leerse lo que pasó entre sus allegados como una rencilla muy a la orden del día entre otras tantas familias de a pie. Prácticamente, un conflicto de intereses, ¿pero qué interés podía haber entre las personas que la querían y en un contexto tan delicado? La pregunta se responde cuando lo emocional pasa a un segundo plano y cobra el protagonismo lo material. En este caso, lo patrimonial. No era poca la fortuna -en metálico o en propiedades- que la gaditana amasó en los más de 40 años que estuvo sobre los escenarios, girando entre España y América. El principal problema. El motivo por el que se les rompió el amor.

La crónica de una herencia que lo hizo estallar todo

Rocío tenía tres hijos cuando falleció. Rocío Carrasco, su primogénita y la única biológica, nacida de su fallido matrimonio con el boxeador Pedro Carrasco, ya había cumplido los 29 años cuando su madre falleció. Mucho más pequeños eran sus hermanos, José Fernando y Gloria Camila, a los que la artista adoptó en el marco de su matrimonio con el torero José Ortega Cano. 12 y 10 años tenían los niños respectivamente, para precisar. Una diferencia abismal que también quedó reflejada en el reparto de sus bienes.

Para empezar, y siendo esta una de las grandes y más llamativas consideraciones del testamento de la cantante, es que su hija mayor fue nombrada heredera universal. Por contra, sus hermanos menores no corrieron la misma suerte y tuvieron que conformarse con la legítima estricta. Cabe destacar que tampoco era poca cosa, pues se estimó la cantidad para ellos en un nada desdeñable millón de euros. El caso es que esta solo fue una de las puntas del iceberg que supuso el gran desastre. Un desastre que, en realidad, se anticipaba semanas antes de darle el último adiós en su funeral.

Funeral Rocío Jurado
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En aquellas angustiosas semanas de incertidumbre, entre viajes a la clínica del estado de Texas donde Rocío trataba su enfermedad y visitas a su casa de Alcobendas, se mascaba la tragedia más allá de la salud. Era, en realidad, el preludio de esa lectura de últimas voluntades que fue fractura definitiva. No todos vieron con buenos ojos que la mayor parte del patrimonio quedase designado para la primogénita. A efectos prácticos, Carrasco, como heredera universal, se convirtió en dueña de prácticamente todo. De su parte legítima, de un tercio de libre mejora, de la explotación de su nombre, de los 'royalties' e incluso de incontables recuerdos como sus vestidos, sus joyas e incluso el mobiliario. Todo lo que no estuviera estipulado en el testamento le pertenecía. La guerra estaba servida.

Amador mohedano, el principal 'damnificado' en el reparto

Es importante remarcar que, aunque Ortega Cano también fue uno de los principales protagonistas de esta larga tragicomedia, su posición en el reparto estaba bastante clara. ¿Por qué? Porque Rocío, quién sabe si de forma más o menos consciente, tomó la decisión de casarse con él por separación de bienes. Es decir, nada de lo que ella ganó por mérito propio desde su boda en 1995 le pertenecía. Solamente se quedó con la mitad de la finca Yerbabuena al formar parte del tercio de libre disposición, en el que no estaba solo. También se incluía en este punto a su sobrino Fernando, a Juan de la Rosa, su exsecretario, y a sus hermanos. Gloria y Amador Mohedano, siendo este último el que podría acuñarse como principal 'damnificado' del asunto.

Amador Mohedano
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No porque su situación fuese radicalmente distinta. En realidad, era la misma que la de su hermana, y cada uno se quedó con una mitad de Los Naranjos, otra de las grandes fincas de la cantante. Sea como fuere, la forma de tratar este legado ha sido bien distinta entre ellos, pues mientras Gloria parece haber quedado exenta de la polémica, la parte que pertenece a Amador lo ha puesto en un aprieto económico. Hasta el punto de que ha estado a punto de perder su parte en varias ocasiones debido a sus deudas con Hacienda e incluso se llegó a sacar a subasta. Un tema que sigue pendiente de resolverse.

Una familia dividida que arrastra el tormento 18 años después

Es inevitable revisitar las imágenes y darse cuenta de cuanto que ha cambiado la estampa. Ni balcones, ni reuniones. Nada de nada. Bien, sí hay algo. Enfrentamientos constantes, con épocas más y menos vivas en lo que a los reproches públicos se refiere. Sin lugar a dudas, la figura de Rocío Carrasco sigue en el foco de todas las miradas cuando sea que se abre este melón. A día de hoy, la relación de la hija mayor de Rocío Jurado con el resto de su familia es inexistente. ¿Fue la herencia lo que lo destruyó todo entre ella y su padrastro, sus tíos e incluso sus hermanos? ¿Hasta el punto de no cruzarse ni en los días de homenaje? Sí, pero no.

Aniversario 17 fallecimiento Rocío Jurado
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La cosa venía de atrás, pero no necesariamente era de dominio público. Hubo que esperar al año 2021 para escuchar su testimonio en 'Rocío, contar la verdad para seguir viva', una serie autobiográfica documental en la que por fin desgranó punto por punto todo lo que había vivido con cada uno de sus familiares. Después de la muerte de su madre, pero también antes. Concretamente, desde el 2000, cuando tuvo lugar su traumático divorcio de Antonio David Flores. Una tediosa guerra personal en la que muchos de ellos le dieron la espalda y se posicionaron del lado de su exmarido. La lectura general del drama de una familia que sigue divida 18 años después de la desgracia. Ver a los suyos batallando, el tormento que la matriarca nunca hubiera podido digerir en vida.