El dibujo inconsciente de un Rey nos invita a colocarle una corona. Con más o menos vértices, y con más o menos lujo, lo cierto es que el primer escalafón de la realeza está históricamente ligado con las joyas. Las tiaras, los pendientes, los brazaletes. Piedras preciosas por doquier que convierten las cenas de gala y los banquetes oficiales en un reclamo para los más observadores de las Casas Reales. No es de extrañar, pues, que las piezas que lucen y dejan de lucir los 'royals' sean susciten un interés máximo. Prueba de ello queda al pensar en los abalorios de Letizia.

Le vengan por herencia dinástica o porque los ha obtenido como regalo, la realidad es que saber cuáles elegirá la Reina para completar su look en próxima aparición siempre es motivo de expectación. Como cualquier persona, es lógico que la madre de Leonor tiene sus favoritos de entre todo lo que alberga el cofre real. Ahora bien, si se revisa el archivo fotográfico, es una realidad que hay joyas que no viste desde hace mucho tiempo. ¿A qué se debe esto? ¿No le gustaban realmente? ¿Por qué antes sí y ahora no? Dudas y más dudas.

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La intrahistoria de la joya que Sofía regaló a Letizia

Para comprender el presente siempre procede recordar el pasado. Nada más propicio en un mes cargado de efemérides borbónicas. Si el pasado 14 de mayo eran Juan Carlos I y doña Sofía los que celebraban —aunque de celebración más bien poco— su aniversario de bodas, ahora han sido los Reyes los que han sentido el paso del tiempo. El 22 de mayo cumplieron 20 años de casados. Nada más y nada menos que dos décadas de un amor resistente que nos sitúan en el palacio de la Almudena. Era un día lluvioso, pero ni el mal clima ni la fiebre frenaron a Letizia para pronunciar aquello de "te recibo a ti como esposo". 

Una Letizia ataviada con un gusto indiscutible, aunque difícilmente la veríamos hoy en día con un vestido similar. Su estilo ha cambiado y por entonces apostaba por sumarse a la tradición. Prueba de ello queda en la corona que decoró su delicado recogido. La icónica tiara Prusiana, la misma con la que su suegra había contraído matrimonio con el emérito en Atenas allá por 1962. La cuestión es que en ningún caso fue esta la única pieza del joyero real que se puso a disposición de la actual monarca. Al fin y al cabo, el niño de la familia por fin se casaba, y antes de la ceremonia ya debían recibir a su nueva mujer del mejor de los modos.

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Letizia Sofía
GTRES

De entre la colección de 'pasar', doña Sofía no dudó en agasajar a su nuera con una gema de altísimo valor. Fue en uno de esos días inolvidables para la estirpe y la ciudadanía, cuando Felipe oficializó su compromiso con Letizia Ortiz ante la prensa. Ella, todavía enfundada en aquel icónico traje de chaqueta blanco de Giorgio Armani y después de la aparición pública, asistió a una cena privada con los entonces Reyes para celebrar la noticia. Allí fue cuando la emérita le hizo entrega de un discreto, pero imponente, aderezo de zafiros, perlas y diamantes. Cuentan que Sofía fue quien se lo puso en el cuello.

Una gema que Letizia no ha vuelto a ponerse desde 

Es esta una joya en toda regla que, desde la prensa, se atribuyó al cofre de la Corona. Una de esas que habían pertenecido a la María de las Mercedes de Borbón, de modo que doña Sofía habría querido tener el gesto de ceder un presente que ella antes recibió de su suegra al comprometerse. Cuestión de dar continuidad a las costumbres... ¿O no? La periodista Pilar Urbano, muy cercana a la hija del rey Constantino, aseguró en uno de sus libros que en realidad era totalmente suya. Fuese así o no, el caso es que Letizia no perdió la oportunidad de lucir tan preciado accesorio en su fiesta preboda, el 21 de mayo de 2004, en el palacio de El Pardo. 

Letizia
GTRES

Nada mejor que el escote 'bardot' del diseño exclusivo que Lorenzo Caprile para deslumbrar a los presentes decorando su cuello con el colgante. La cuestión es que, desde ese día, nunca más lo había vuelto a llevar. Una decisión que podría interpretarse como un 'feo', aunque también aplique a su suegro, porque desde el 2007 no decora su muñeca el carísimo reloj —modelo Lady Royal Oak de la firma Audemars Piguet con un coste de unos 17.000 euros—  que fue presente de Juan Carlos I.

No obstante, la Reina sí ha dado otras oportunidades a los pendientes a juego con el collar. Constancia de ello quedó en la Pascua Militar de 2020, aunque para volver a verla con la alhaja de Sofía ha habido que esperar estos casi 20 años. El pasado mes de enero, en la recepción anual al Cuerpo Diplomático, el aderezo volvió a ver la luz. ¿Un guiño a su suegra? Cuesta creer que se trate de un movimiento arbitrario. Letizia siempre se las ingenia.