La vida no es estática. Sabemos que en determinados momentos tenemos que cambiar, queramos o no. A veces se trata de cambios buscados, como cuando nos proponemos dejar atrás hábitos poco saludables o ponemos fin a una relación que ya no nos hacía feliz. Otros cambios llegan de forma repentina: un embarazo, un despido, una mudanza, el fallecimiento de un familiar, una enfermedad. En cualquiera de los dos casos, es posible que el miedo al cambio te paralice.

Pero, ¿por qué nos da tanto miedo el cambio? ¿Qué hace que nos bloqueemos ante lo diferente? En muchas ocasiones, hasta aquellos cambios que parecen intrínsecamente positivos nos asustan.

mujercambio
iStock

La psicóloga Silvia Congost especializada en autoestima, relaciones, rupturas y dependencia emocional, nos revela cuál es la auténtica clave del miedo al cambio. Comprenderla es esencial para ganarle la batalla al miedo y conseguir salir de la zona de confort.

¿Por qué nos da miedo el cambio?

Los cambios asustan. Es algo que sabemos desde que somos pequeños y nos enfrentamos a cambios tan insignificantes desde la mirada adulta como cambiar de clase, o pasar de infantil a primaria. De adultos, lo seguimos temiendo. Hay cientos de personas que no cambian de trabajo, de pareja, de ciudad e incluso de hábitos por esta resistencia silenciosa al cambio.

Pero, ¿qué se esconde tras este terrible miedo? La psicóloga Silvia Congost, “el verdadero obstáculo no es el miedo al cambio, sino el miedo al sufrimiento” lo que nos frena y nos bloquea.

Y es que, en el documental estrenado el pasado mes de marzo en Filmin, RESET, la psicóloga explica que “todo lo que hacemos en la vida siempre es para obtener placer o evitar sufrir”.

En esta dicotomía, podemos analizar el cambio como algo peligroso. Por ejemplo, si te has propuesto cambiar tu alimentación, tu mente podría entender que vas a perder placer (por dejar de comer determinados alimentos que te resultan placenteros) y vas a sufrir (por pasar hambre, por ejemplo). Esto hará que, emocionalmente, el cambio te asuste, porque tu mente no ve que los beneficios superen a las desventajas. Para poder dar el paso y salir de tu zona de aparente comodidad, explica Congost, debes sentir “que ya no puedes sufrir más”.

Salir de la zona de confort

Cuando llegamos a ese punto de inflexión en el que el sufrimiento supera cualquier expectativa, nos atrevemos a dar el paso. “Mientras tu pienses que dando ese paso hacia afuera, enfrentándose a ese cambio, vas a pasarlo peor de lo que estás pasando ahora no vas a hacer ningún cambio”, explica la psicóloga, y extiende su mensaje a todas las áreas de la vida: “actividades, costumbres, personas, situaciones, trabajos…”

 Comprender esta diferencia es clave, porque nos permite afrontar los cambios desde otra perspectiva. Volvamos al ejemplo anterior, del cambio de hábito alimenticio, y veamos una propuesta más concreta. Por ejemplo, dejar de comer ultraprocesado. Lo que “pierdes” es el placer de consumir este tipo de alimento. Pero, ¿qué hay de lo que ganas?

Centrarte en la conquista de la salud, en que tendrás más energía, tu cuerpo tendrá todos los nutrientes necesarios y te sentirás mejor contigo misma te hará ver que este cambio te va a evitar sufrimiento. Y hasta puede darte placer, porque esta puede ser una oportunidad de explorar nuevos sabores y recetas. Este enfoque, alejado de posibles sufrimientos y pérdidas, hará que tu mente afronte el cambio sin miedo. O, al menos, con un miedo reducido.

Cómo superar el miedo al cambio

Comprender como funciona el miedo en nuestra mente es el primer paso. El segundo es pasar a la acción. Y aunque no podamos eliminar el miedo por completo, sí que podemos aprender a gestionarlos y a avanzar a pesar de él. Estas estrategias te ayudarán a ver el cambio como una oportunidad en lugar de una amenaza.

  • Identifica lo que temes perder. Tómate un momento para escribir qué es exactamente lo que te asusta del cambio. ¿Es la incertidumbre? ¿La posible incomodidad? ¿El juicio de los demás? Ponerle nombre a tus miedos es el primer paso para desactivarlos.
  • Visualiza los beneficios. Imagina cómo será tu vida si atraviesas con éxito ese cambio. ¿Te sentirás más libre? ¿Más sana? ¿Más alineada contigo misma? Tu mente necesita ver una recompensa clara para dar el paso.
  • Céntrate en lo que puedes ganar, no en lo que dejas atrás. Cambia el foco. En lugar de pensar “voy a dejar de comer lo que me gusta”, piensa “voy a descubrir nuevos sabores que me nutren y me hacen sentir bien”.
  • Haz pequeños movimientos. No necesitas dar un salto gigante. A veces, lo más efectivo es avanzar con pasos muy pequeños, pero constantes. Así tu sistema emocional no se desestabiliza y tu mente no entra en alarma.
  • Acepta que el miedo no es señal de peligro, sino de crecimiento. Si sientes miedo, es porque te estás moviendo fuera de lo conocido. Pero eso no significa que algo malo vaya a suceder, tan solo es un síntoma de que estás evolucionando.
  • Celebra tu progreso. Reconoce y valora cada paso que des, por pequeño que sea. Cambiar no es fácil, y mereces valorar cada pequeño avance.