Si algo hemos aprendido del apagón, es que debemos estar preparados para todo. Pero es inevitable darnos cuenta de que la tendencia general en este tipo de circunstancias es dejar que cunda el pánico. Los expertos, sin embargo, nos aseguran que no debería ser así. Podemos mantener la calma en momentos complicados, si sabemos cómo reaccionar.

Para la psiquiatra Ana Isabel Sanz, la clave es “no anticipar demasiado, concentrarnos en las cosas que podemos hacer. De alguna forma, llevar la atención al presente puede ser clave para proceder con mente fría, para saber actuar.

Su recomendación no se queda ahí, sin embargo. La psiquiatra nos asegura que es importante “no estar preocupados por lo que puede pasar en los últimos días”, y explica en exclusiva a CLARA cómo deberíamos reaccionar ante crisis como estas.

En medio de un apagón

El apagón que ha sacudido a España y Portugal las últimas horas nos ha dejado con muchos relatos de pánico. Personas agolpadas en supermercados haciéndose con provisiones, padres que no podían acceder a los centros escolares de sus hijos e incluso gente que quedó atrapada en ascensores, metros o trenes. En estas circunstancias, parece fácil dejarse llevar por el pánico. Pero Sanz nos advierte de que no es lo ideal.

Según la experta, en casos de crisis “mentalmente lo primero es pensar que tu vida no está en peligro, cerciorarnos de cómo está lo más cercano a tu alrededor, tratar de aclarar en nuestra mente qué cosas no vamos a hacer para no ponernos en riesgo de acuerdo con la situación actual, y así dejar de pensar en cosas que no se pueden hacer en este momento”.

Es decir, lo primero que requerimos es de un espacio de calma a la mente, para, “en función de eso, dar tiempo a que las cosas se normalicen”.  

“Son momentos para aprender a tener paciencia”, añade la experta, que nos recuerda que debemos, sobre todo, “evitar la histeria y el pánico”.

El miedo a la incertidumbre

Pese a lo importante de lidiar con el pánico, la experta nos explica que es normal sentir miedo en este tipo de circunstancias. “Estas situaciones nos dan una idea de lo vulnerables y de lo dependientes que somos, y de cómo nuestra vida, aunque creemos que es muy segura y que podemos controlarla, de repente pende de un hilo. Esto nos hace sentirnos muy pequeños y solos”, explica en una breve entrevista que hemos podido mantener con ella entre cortes de comunicación.

“Esas son las cosas que principalmente nos hacen que nos asustemos en situaciones como esta, porque nos damos cuenta de que nuestra vida cotidiana está fuera de nuestro control”, añade la experta. 

Los próximos días

Aunque parece haber pasado lo peor, la psiquiatra nos advierte de que debemos prepararnos para un nerviosismo general, “por lo menos en los próximos 10 o 15 días”. En buena medida, este nerviosismo puede venir dado por la conversación que se generará en torno a lo sucedido.

“En esto influye empezar a comentarlo”, nos explica Ana Isabel Sanz, “y que ciertos comentarios nos pongan más alerta y nos llenen de más preocupaciones en lugar de tranquilizarnos”.

En este sentido, debemos tener especial cuidado en cómo hablamos con los más pequeños. Así nos lo explica la experta, que asegura que “los niños necesitan que les transmitamos lo que está sucediendo de una manera tranquila y que lo convirtamos en un juego con un mensaje pedagógico. Es un momento ideal para dedicarles tiempo, para desarrollar la conversación y demostrarles que su vida no puede depender de las pantallas. Esta utilidad pedagógica puede ser uno de los grandes aprendizajes para adultos y para menores”. 

Resiliencia

Por suerte, no todo está perdido. La psiquiatra nos asegura que está en nuestra mano prepararnos para futuras situaciones de crisis, desarrollando una actitud más resiliente. Su consejo es “depender menos de terceros, y una forma es estar más en contacto con las personas y menos con la tecnología. Y tener nuestra cabeza preparada para que pueda pasar algo que no tenemos previsto ni podemos controlar”.

Sanz nos recuerda, además, que “hemos vivido de otras maneras menos dependientes de la tecnología y ahora parece que no somos conscientes de hasta qué punto nuestra vida pende de algo que puede apagarse de un momento a otro”. 

Desarrollar nuevas formas de resiliencias, por tanto, es esencial. Y para trabajar en ellas, nos explica la psiquiatra, es importante recordar que “ser resiliente significa ser consciente de esta fragilidad y desarrollar maneras de estructurar nuestro tiempo de manera autónoma”. 

Su conclusión es contundente, y da mucho que pensar. Se trata de “no depender de una sola fuente de gratificación ni de organización de nuestra vida, tanto en la formación de las nuevas generaciones como en la estructuración de las formas de vida de las personas adultas”.