Musa de los 90

¿Qué fue de Silke? Destapamos la nueva (y hippy) vida de la actriz que se cansó de la fama

¿Qué fue de una de las actrices clave de los años 90? Desvelamos cómo está, cómo vive y a qué se dedica Silke, la musa del cine español más independiente

Silke
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Conchi Álvarez de Cienfuegos

Redactora Jefe de CLARA Corazón

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Silke (51 años) fue una verdadera estrella fugaz. Apareció de la nada en nuestro firmamento, brilló y se desvaneció. La actriz indie dejó tras de sí una estela imposible de olvidar. Y es que su nombre, sin apellidos, solo Silke, resonó con tanta fuerza en el cine español de finales de los 90 y principios de los 2000 que parecía haber llegado para quedarse, pero la madrileña tenía otros planes…

Silke Hornillos Klein vivió una de las carreras más meteóricas del cine de los últimos 30 años. Una rara avis que decidió alejarse, de motu propio, en lo más alto de su fama. Nunca fue ningún juguete roto, porque ella, desde el primer momento, dejó bien claras las reglas de su juego. Y, cuando no le interesaron las de los demás, simplemente desapareció. 

Silke, la chica bohemia que fue descubierta por casualidad

Salto rápido a mediados de los años 90. Madrid, concretamente, el barrio de Malasaña. Una joven con voz ronca, muchas ganas de hacer cosas y de dar salida a su marcada vena artística, pasea por el barrio sinónimo de modernidad. No tiene claro qué hacer con su vida. Está probando cosas porque no hay ninguna en concreto que le guste por encima del resto de opciones. No tiene de qué preocuparse. Pronto otros decidirán por ella. La oportunidad de su vida se le dibujará de frente. 

Un día, tras una de esas clases de interpretación a las que se había apuntado sin demasiada fe, se le acercó un hombre alto, moreno, apuesto. Vasco. Se presentó ante ella y le desveló que era Julio Medem. El director de cine estaba buscando un nuevo rostro para su próxima película, ‘Tierra’, y ella era perfecta. ¡Ya lo tenía! ¡Sería actriz! El destino se le había aparecido ante ella. 

hola estas sola
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No había estrenado una película y ya estaba grabando otra. Llegar al complicadísimo mundo del Séptimo Arte de la mano de dos padrinos como Medem e Icíar Bollaín gracias a ‘Hola, ¿estás sola?’ es tener la suerte de quien fue descubierta cuando no hacía otra cosa que, simplemente, existir. 

La hija de un abogado español y de una madre alemana que se dedicaba a la traducción pasó los siguientes meses aprendiendo qué era aquello de interpretar. No lo tenía muy claro. A veces, simplemente, se dejaba llevar, y jugaba a reaccionar como lo haría ella. A sentir. De ahí que las barreras entre los personajes que interpretaba en esa época y la propia Silke estuvieran tan difusas. Costaba entender dónde empezaba la actriz y dónde el personaje. Y eso, quizás, acabó pasándole factura. 

Pero seguía adelante. Algo estaría haciendo bien cuando los académicos del cine español la nominaron como Mejor Actriz Revelación en el año 1996 por el film de Medem. No ganó, pero se llevó a casa las tarjetas de todos los productores. Absolutamente todo el mundo quería trabajar con esa chica que era un soplo de aire fresco. 

Silke era naturalidad y verdad. Dos virtudes de lo más valoradas en el cine español de entonces. Compaginaba películas con cortos y a veces hasta anuncios. La reclamaban de todos los eventos y de las mejores alfombras rojas. Odiaba aquello. No soportaba la impostura que también iba aparejada a esa profesión que la había encontrado a ella por casualidad.

El fin de la era Silke, ¿por qué desapareció?

 "Mi familia me encontraba estresada, histérica, muy mal: estaba deprimida y despistada”, diría años más tarde. Lo de interpretar podía resultarle atractivo, pero el pack completo de lo que supone ser actriz, definitivamente, no. 

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El año 2000 fue de lo más intenso para ella. Rodó cinco proyectos, preparó otros cuantos y empezó a plantearse si quizás esto no era lo que quería. El nuevo milenio era para explorar otros géneros donde podía dejar de ser ella y, de verdad, ser otra persona; así la vimos en cintas como ‘Tuno Negro’ o ‘Cámara Oscura’.

Paulatinamente, como el que muestra desinterés en una relación, Silke fue desapareciendo. La vimos en 2006 en ‘La hora fría’. Había pasado una década desde su gran salto a la fama y tras este film confirmó lo que ya sabía desde hacía tiempo: su relación con el cine había llegado a su fin. Fue una ruptura amable, ella siguió con su vida y el cine español con la suya. Jamás hubo reproches. Fue un ‘no eres tú, soy yo’ en toda regla. Y, en este caso, era Silke queriendo más de la vida y de sí misma que de lo que esta profesión aguardaba para ella.

¿Qué hizo Silke tras dejar la interpretación?

Silke necesitaba reencontrarse a sí misma y cumplió con el cliché absoluto de alguien que está en un proceso similar: viajar a la India. Recorrió el país en busca de respuestas a preguntas que no era capaz de plantearse mientras había permanecido adormecida trabajando en la industria del cine. Sintió que la clave para reconectar consigo misma pasaba por abandonar su ciudad y establecerse en un destino mucho más acorde con la vida bohemia que empezaba a trazar: Ibiza.

Silke se marchó a la isla balear buscando una calma perdida y esta le devolvió paz y un ritmo de vida lento, que llevaba 10 años añorando. “Traté de buscar la forma de reinventarme para alejarme de la fama, algo que no supe llevar. Comencé haciendo películas en el extranjero para así poder invertir en un par de negocios, que tengo que reconocer que fracasaron”, contó en su día al diario Deia.

En 2008 vivió el momento más mágico de su existencia: fue madre. Y entonces cambió (aún más) su percepción de la vida. “Cuando me embaracé e iba a tener a mi hija, decidí centrarme en la maternidad y comenzar con mi marca de accesorios, que era algo que me apasionaba y me permitía estar a su lado”. Su hija se convirtió en su gran prioridad y su nueva profesión le permitía disfrutar de su crianza y de realizar un trabajo artesanal con el que disfrutaba. Entonces sí comenzó el auténtico éxito para Silke.

“Yo soy más de campito. Vivo en la misma casa hace 20 años. En Ibiza, como la mitad de la población es extranjera y están acostumbrados a ver a celebridades, pues me siento muy libre y muy cómoda, rodeada de naturaleza…”, contó hace unos años a El Mundo. Durante algún tiempo vendió sus creaciones en el característico mercadillo de Las Dalias, pero desde hace unos años decidió dejarlo y centrarse en su marca, Silke K Horn. Dice que sueña sus diseños y que después los materializa, “mis complementos son mi propia película”, dice la madrileña, que vende, sobre todo, a países como Holanda, Dinamarca o Italia.

 

Tras la pandemia rodó una última película, ‘Los cuatro altares’, un film peruano en el que quiso participar porque hablaba de la deforestación del Amazonas y ella se sintió muy interpelada cuando leyó el guion y quiso apoyar el proyecto. Pero, a pesar de esa pequeña participación, a día de hoy, la Silke de 2024 se define como “diseñadora y productora artesanal de complementos atemporales”. Pero, por encima de todo, madre.

“Agradezco muchísimo que hago lo que quiero y que sigo mis instintos. Como, tengo una ducha, un plato de comida, una cama... y doy gracias por ello”. Definitivamente, Silke sí que entiende lo que es el éxito.