Si no quieres que tu salud se resienta, pon los garbanzos en remojo toda la noche: el motivo oculto para hacerlo

Los garbanzos son una legumbre versátil y nutritiva que usamos en muchísimas recetas, con ellos preparamos desde un hummus superligero, un potaje de garbanzos con verduras y hasta garbanzos con bacalao, y un sinfín de recetas más que aquí te enseñamos. Originarios de Oriente Medio, estos pequeños granos son una fuente invaluable de proteínas, fibra, vitaminas y minerales esenciales.

Sin embargo, por mucho que nos encanten los garbanzos y consumirlos de diferentes formas  y sabores, hay un aspecto que no nos gusta tanto: y es que, si no nos gustan usar los que vienen en conserva, necesitamos empezar a prepararlos la noche anterior. Como ya sabrás, los granos de garbanzos se deben dejar en remojo desde la noche anterior para que se pongan blandos y poder cocinarlos bien. Pero, más allá de su ablandamiento, existen detrás otros motivos importantísimos para remojarlos, uno de ellos muy desconocido y que te contaremos a continuación.

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¿Qué les pasa a los garbanzos durante el remojo?

En primer lugar, hablemos de las condiciones de este remojo. Para que este sea óptimo y se produzca en las mejores condiciones, es necesario que el agua en la que sumerjamos los garbanzos esté tibia. Además, debemos cubrirlos por completo de agua, al hincharse, duplicarán su volumen. Por último, lo ideal es dejarlos 12 horas en remojo, aunque podrías reducir ese tiempo a 8 horas si añades una cucharadita de bicarbonato de sodio al agua.

El conocimiento más popular acerca del remojo nocturno de los garbanzos es que se hinchan con el agua y se ablandan, lo cual ayuda a que su cocción del día siguiente se realice mejor. Además, también es sabido que los garbanzos tienen una mala digestibilidad, por eso, cuanto más tiempo pasen en el agua, más se hidratan y más se acelerará la gelatinización del almidón durante la cocción, lo que se traduce en una mejora en la digestión.

El motivo desconocido detrás del remojo de los garbanzos

El tercer motivo por el que es tan importante dejar los garbanzos en remojo durante toda la noche es para acabar con la presencia de antinutrientes existentes en estas legumbres. Los antinutrientes son compuestos naturales que pueden interferir con la absorción de nutrientes en el cuerpo humano. En el caso de los garbanzos, uno de los antinutrientes más destacados es el ácido fítico. El ácido fítico se encuentra en la cáscara de los garbanzos y puede unirse a minerales como el hierro, el calcio y el zinc, impidiendo su absorción adecuada en el intestino.

Esto significa que, aunque los garbanzos son naturalmente ricos en estos minerales, nuestro cuerpo podría no ser capaz de aprovechar completamente esos nutrientes si se consumen sin algún tipo de preparación, en este caso, sin remojar el tiempo mínimo estipulado desde la noche anterior (recuerda, 12 horas y puedes bajar a 8 horas si añades una cucharadita de bicarbonato de sodio). Y es que durante el remojo, se activa un proceso de germinación que ayuda a descomponer estos compuestos no deseados.

¡Adiós, antinutrientes!

Con todo lo que te acabamos de comentar, y para que lo entiendas mejor: durante el remojo los garbanzos liberan enzimas naturales que descomponen el ácido fítico y otros antinutrientes, lo que hace que sean más digeribles y permite una mejor absorción de los nutrientes clave. Además, el remojo también puede reducir los niveles de oligosacáridos fermentables, lo que puede ayudar a prevenir la hinchazón y la incomodidad gastrointestinal asociadas con el consumo de legumbres.

Esperamos que con toda esta información, a partir de ahora, cuando vayas a dejar en remojo tus garbanzos, seas más consciente de lo que pasa durante estas horas y no los quites antes de tiempo. ¡Hay otras cosas igual de importantes que el hecho de que se pongan blandos!