En cada una de las colecciones de la diseñadora Maria Grazia Chiuri para la casa Dior, vemos cómo el espíritu femenino se mezcla con la cultura y la artesanía, creando sus propios universos. Pero para su última colección Crucero 2026, presentada en los jardines renacentistas de Villa Albani Torlonia, en Roma, quiso ir un paso más allá, proponiendo una narración visual impactante, en un homenaje a la condesa Mimì Pecci-Blunt y a la “bella confusión” que define a la ciudad italiana.

La pasarela fue toda una postal que se grabó en la memoria de los asistentes, y donde las prendas boho adquirieron una dimensión completamente nueva a la que estamos acostumbrada: túnicas vaporosas, capas bordadas, velos etéreos, corsés encaje y sedas desgastadas fueron las protagonistas. Como si de un cuento se tratase, los looks combinaban la esencia nostálgica del pasado, con la fuerza del futuro. 

diseños de otra era, tejidos del presente

Las siluetas fluían con ligereza, haciendo un guiño claro a los años 70, pero con un estilo actualizado. Los vestidos largos de gasa, los encajes antiguos y los bordados artesanales fueron algunos de los detalles clásicos que impregnaban los vestidos, mientras que otros como cinturones o las asimetrías equilibraban el resultado para que no se perdieran en el pasado. 

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Los estampados con esencia retro, por su parte, se presentaron en pequeñas dosis pero con un resultado impecable. Con todo ello comprobábamos la importancia de unos buenos tejidos, que en el caso del estilo boho se plasman a través del algodón, la gasa y la seda, demostrando que la cultura hippie ahora es sinónimo de elegancia, sofisticación y una feminidad que empodera a la mujer. 

 Bordados que parecen arte

Otro de los elementos más impactantes del desfile de Dior fue el uso magistral del bordado, no solo como un detalle extra, sino como el foco principal de la colección. Los vestidos, túnicas y capas estaban adornados con bordados florales, geométricos o heráldicos, realizados con hilos metálicos, sedas coloreadas y cuentas brillantes. Como resultado veíamos una visión más barroca del boho tradicional, pero que nos conquista a través de una belleza profunda. 

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El arte de las transparencias

Otro de los grandes protagonistas del desfile fue el juego de capas y transparencias. Las modelos desfilaban envueltas en diseños con tules bordados, encajes calados y organzas casi invisibles, haciendo de la sensualidad un símbolo de la estética bohemia. Eso sí, no caía en vulgaridades, sino que sugería de forma sutil. En algunos casos se completaba con piezas como corsés estructurados, culottes o chalecos bordados, creando el contrapunto perfecto. De esta forma, Dior reinterpreta el imaginario de este estilo, viendo miles de posibilidades nuevas. 

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El blanco como protagonista

Uno de los colores más recurrentes durante el desfile fue el blanco. Hubo un momento en que hubo una sucesión de varios vestidos, con los que hacía un homenaje al legendario Bal Blanc parisino, un evento mítico que reunía a lo más selecto de la aristocracia. 

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Cada una de esas piezas estaba creada con todo lujo de detalles: largos, bordados, con volantes, con encajes, con colas…cada uno era diferente al anterior, pero al mismo tiempo todos seguían el mismo hilo conductor. Siempre hemos sabido que el blanco es uno de los colores insignia de la estética bohemia, pero no sabíamos que podía irradiar tan belleza y delicadeza. 

Accesorios que cuentan historias

Como en cualquier look, los accesorios son lo que marca por completo la diferencia en el resultado. En el caso del desfile Crucero 2026, estos no ocupan el foco principal, sino que son meramente decorativos. Lo más destacado, y que es toda una pista para la próxima temporada, es la vuelta el choker. 

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Lo hemos visto en clave de encaje a juego con los vestidos, o confeccionados en terciopelo con algunos abalorios sutiles. Los tocados y diademas fueron otra constante que marcó la colección, mientras que las gafas de sol se alejan de las siluetas sencillas para elevarse a una categoría superior. 

Detalles que susurran

Chiuri no subestima la fuerza que puede tener un botón forrado, una costura aparente o un dobladillo deshilachado a propósito. En su visión bohemia, cada imperfección es bienvenida (siempre y cuando se haga con intención). La alta costura y el espíritu boho encuentran así un terreno común: el amor por lo hecho con las manos, lo que tarda en construirse, lo que lleva consigo el peso y la magia del tiempo. En este desfile, los detalles no gritan: susurran al oído de quien sabe mirar. 

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Podríamos resumir con todo ello, que el estilo boho sí que seguirá como toda una tendencia a tener en cuenta en la industria de moda actual, pero no como la habíamos conocido hasta ahora. Mantiene esa filosofía de libertad y desenfado, pero desde una visión mucho más refinada, dramática y femenina.