Sofía, una novia con falda plisada, sandalias de Zara y un tocado de alto impacto

Muchos se sorprendieron cuando Sofía y Juanan anunciaron su boda tras 12 largos años de noviazgo. “Hemos tardado en dar el paso. Mucha gente ya ni lo esperaba, pero desde que dimos la noticia a nuestros amigos y familiares, ha sido una boda muy esperada y con grandes expectativas”, nos cuenta la novia. Y es que, conociendo a grandes rasgos la personalidad de esta pareja, todo lo que se pueda esperar de una boda al uso queda descartado. Sofía estudió veterinaria y después dio un giro a su trayectoria laboral hacia la industria farmacéutica. Juanan se dedica al marketing digital y, durante muchos años, trabajó como relaciones públicas en una conocida discoteca madrileña. Fue en esa época universitaria, de música y fiestas con amigos, cuando se conocieron e iniciaron su relación. Los suyos son dos caracteres distintos, pero afines, que concuerdan y funcionan, reafirmando aquello que dicen de los polos opuestos.

Juanan le pidió matrimonio recién estrenado el día de Nochebuena, tras un tardeo con amigos que se extendió, como manda un buen tardeo, más de la cuenta. “Fue en 2022. Llegamos derrotados a casa y, al abrir la puerta, me encontré un paquetito pequeño al lado del árbol de Navidad. Él sabe esta época me encanta, me recuerda a mi niñez y me produce alegría, así que aprovechó estas fiestas tan especiales para lanzarse”, recuerda la novia.

Planearon su boda con menos de 7 meses de antelación, apurando este corto margen para dar rienda suelta a un maratón de preparativos con cuenta atrás. Entre ellos, uno de los puntos vitales para toda novia: su vestido.

Un vestido con esencial oriental

El orden de los factores no altera el producto y, en este caso, el vestido de novia de Sofía comenzó por el tocado, una pieza que bien podría calificarse de obra de arte, firmada por el prestigioso sombrereo Betto García. “Es amigo mío desde la adolescencia. Le tengo mucho cariño. Siempre dije que, si algún día me casaba, quería llevar algo en la cabeza de Betto García. Fuera como fuera. Es un artista con muchísima personalidad y crea verdaderas joyas”, explica la novia. Él fue quien le recomendó visitar el nuevo atelier de Juan Vidal, situado en la calle Infantas de Madrid, para dar rienda suelta a la creatividad y el eclecticismo que Sofía buscaba. De ahí salieron piezas magistrales como los tres vestidos de novia de Elena, así que nada podía salir mal, aún teniendo el tiempo justo para confeccionarlo.

“Quedé en un bar con Juan y con Edurne, su ayudante, 5 meses antes de la boda. Los dos fueron encantadores y súper profesionales y Juan es un artista con todas las letras. El universo que tiene en su cabeza es infinito y sabe entender lo que quieres, por muy camaleónica que seas”, nos cuenta, asegurando que, al final, se decantaron por darle un toque asiático al look. “Es un estilo que a ambos nos encanta. A partir de ahí empezamos a trabajar en un dos piezas”. Tomaron como base una falda de una de las colecciones de Vidal y la replicaron en color blanco. Es un diseño con bajo asimétrico, largo al tobillo y plisado soleil realizado en twill crudo que sigue la línea de la última cápsula del diseñador, donde encontrábamos estas faldas en estampados folk.

El top, por su parte, es el que lleva toda la carga oriental. Hablamos de un modelo con escote halter de influencia asiática, atado a la espalda, con unas bazas de lazos desechas que dan movimiento al look. Está realizado en satén de seda brillo doble y recuerda a los apron dresses que la firma suele realizar, enfatizando la sensualidad y la feminidad, con piezas que, en su mayoría, cubren la parte delantera de la silueta y se atan o se cierran dejando desnuda gran parte de la espalda. Pura fantasía y creatividad. “Cada avance que veía me gustaba más y más. No le puse ni una pega. Simplemente le dejé crear y hacer maravillas como él solo sabe”.

Un tocado de alto impacto y toques naranjas

El tocado de Betto García fue en consonancia con el exotismo del look. “Cuando le dije a Betto que mi vestido iba a tener tintes asiáticos lo tuvo claro: me diseñó una corona con la que me dijo que me iba a sentir como ‘La reina de Asia’. Yo simplemente le dejé crear, no vi nada hasta que estuvo completamente terminado. Mi confianza en él era plena y no me defraudó en absoluto. Fue la auténtica protagonista de la noche. Los invitados alucinaron cuando me lo puse en la fiesta. Aún puedo recordar sus caras…”, apunta esta original novia, que fue maquillada y peinada con un recogido bajo por su amiga Sara.

La elección del calzado también quedó entre amigos y se lo encargó a José Ramón Puentes, diseñador de calzado de Zara. “Me diseñó unos zapatos color naranja-cobrizo para la ceremonia y otro par de zapatos de color dorado, más bajitos y cómodos, para darlo todo en la fiesta, pero igualmente preciosos.. Después, salieron a la venta en Zara”.

En cuanto a las joyas, llevó sus tres anillos de siempre: uno plateado, regalo de sus primas; otro de oro blanco y roseta de brillantes con zafiro, regalo de Juanan, y el anillo de compromiso, un bombé de principio del siglo XX estilo art decó, de oro blanco, amarillo y brillantes engarzados, de Urbieta Antique Jewellery.

Caminando un día por el barrio de las Salesas de Madrid, junto a su madre, encontró los pendientes perfectos. “Entramos en una tienda con muy buena pinta. Y ahí estaban, unos pendientes grandes en forma de orquídea de material rafia de la marca Cuckoo B”. Para las flores, apostó por Carla de L’arbre Flors, que le hizo un ramo precioso en diferentes volúmenes para aportar movimiento, sin verdes, combinando tonalidades naranjas, corales, marrones y toques de blancos para darle un toque de luz.

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El día amaneció radiante aquel 14 de julio, con la luz especial que regala siempre el cielo de la Costa Blanca. Y es que apostaron sobre seguro eligiendo para casarse Casa Benigalip, en Denia, una finca rústica de carácter mediterráneo, cercana al mar y rodeada de naranjos donde podrían disfrutar de su boda soñada al aire libre. Es la zona donde siempre ha veraneado Sofía con su familia y muy cerca de su tierra natal, Ontinyent (Valencia). Por parte del novio, venían todos de Madrid, así que decidieron crear el concepto de un enlace “Madridterráneo”, con una fusión en la que no faltó detalle. Para aplacar los nervios previos a la boda, ambos se vistieron y brindaron en compañía de sus mejores amigos.

Fue una ceremonia preciosa, llena de flores, orquestada bajo la sombra de un algarrobo que se agradeció en aquella calurosa tarde de verano. Las dos mejores amigas de Sofía llevaron la batuta de una ceremonia que ambos recuerdan muy emotiva. “Desde la entrada con mi madre, mi referente en la vida, hasta los discursos de amigos y familiares que nos hicieron llorar de emoción y alegría. Todo salió perfecto”, recuerda la novia.

Una vez convertidos en marido y mujer, celebraron un cóctel y una cena nada convencional. “Teníamos claro que queríamos una boda diferente, un ambiente más distendido, alejándonos de formalismos”, reconoce Sofía. Y así, bajo las hojas de unas moreras y un cielo de bombillitas que presagiaban fiesta de verano, de esas que invitan a quedarse hasta el amanecer, comenzó la celebración, al ritmo del equipo de La Bomba durante el banquete y del DJ Quique AV para la fiesta. “Es un viejo amigo de Juanan, de esos de toda la vida que conserva de sus años trabajando en la noche madrileña. Le hemos visto crecer hasta convertirse en uno de los mejores Djs de España. No podía faltar en nuestra boda. No fue una fiesta, sino un auténtico remember de esas noches de risas que nos trasladaron a aquella época tan bonita donde nuestra relación comenzó”.

En una fiesta de tal calado, es difícil no acabar pasados por agua habiendo una piscina al lado. “Como no podía ser de otra manera, terminamos la mayoría tirándonos en ella. En una noche de verano tan calurosa y después de bailar hasta caer rendidos, fue como tocar el cielo”, recuerda Sofía. Un final épico a la altura de su boda soñada.