"Estoy muy asustada, la semana pasada estaba con mi hijo que tiene 4 meses en la cocina tranquilamente. Mientas él jugaba yo preparaba la comida y, de pronto, pensé: “¿y si le clavo este cuchillo?, ¿y si le hago daño?”.

Me da vergüenza decirlo, ¡nunca antes me había pasado algo así! Desde entonces no quiero quedarme sola con él y me da terror pensar que puedo volver a pensar algo así. ¡Me siento mala madre! ¿Estoy loca? ¿Qué puedo hacer?"

No estás loca ni es tan raro lo que te ha pasado. Lo que ha sucedido es que has tenido un pensamiento intrusivo. Su nombre es acertado porque se trata solo de esto, un pensamiento intruso, que aparece sin previo aviso y que desconcierta por el contenido.

Cada día tenemos miles de pensamientos y no los podemos controlar todos. A veces pensamos en absurdos. Como lo que te ha pasado a ti, mucha gente confunde pensar con hacer, o pensar con tener una intención de hacer, y nada mas lejos de la realidad. Son pensamientos muy comunes y ocurren en situaciones cotidianas.

Ejemplos muy típicos tienen que ver con hacerse daño a uno mismo o a otra persona, sobre sexo o sobre algo que nunca haríamos como gritar en medio de la calle, porque va totalmente en contra de nuestros valores y deseos. Entonces, ¿a santo de qué aparecen? La respuesta es sencilla: la mente es creativa a su manera y fabrica pensamientos diversos. Simplemente existen.

La clave es pasar de ellos olímpicamente, tómatelo como si hubieses pensado en la lista de la compra, inocua total. Es sólo un pensamiento. Todos tenemos derecho a pensar en cosas así alguna vez. Lo mejor es que no te lo tomes en serio y que te quedes sola con tu hijo, haz vida normal: es la mejor receta para un pensamiento inofensivo.