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No solo lo aprendimos de Carrie Bradshaw. Audrey Hepburn, el cine de los 70 e incluida nuestras madres siempre han apostado por tener uno o varios vestidos negros en el armario. Es una prenda tan básica y sencilla que se adapta a cualquier ocasión, como lo hacen nuestros jeans favoritos, las sneakers o la camisa blanca. No obstante, el little black dress (LBD) va un paso más allá.
Su principal impulsora fue Chanel, seguida de diseñadores como Givenchy y Ricardo Tisci. Sin embargo, cada casa de moda ha ido ideando y reinterpretando este clásico que siempre será sinónimo de evolución. El vestido negro o little black dress comenzó siendo el mayor aliado de las clases altas, pero tardó muy poco en tomar un significado diferente. Independencia, resistencia, glamour o respeto son algunas de las palabras que actualmente se asocian a esta pieza tan icónica. Por eso fue la pieza principal en Desayuno con diamantes, por eso nuestro cuarteto favorito de Sexo en Nueva York lo usaba cada vez que tenían una boda y por eso Diana de Gales lo utilizó como instrumento de venganza.
Sea como fuere, lo que está claro es que el vestido negro es un imprescindible en el armario de cualquier mujer. Es la salvación, la prenda zen y a la vez fetiche que cualquiera puede usar como símbolo de elegancia o seducción. Además, es tan versátil, atemporal y ponible que "aguanta todo lo que le echen", desde un taconazo hasta unas deportivas. Y si no te lo crees tan solo tienes que fijarte (e inspirarte) en estos 6 looks que te robarán el corazón. ¡Escoge el que mejor se adapte a ti!