Un puente entre el exterior y el interior
Como escenario, hemos escogido un invernadero porque nos encanta tender un puente entre lo que sucede fuera y lo que vivimos por dentro, entre el cuerpo y el alma... Y sobre todo, porque está lleno de luz y de naturalidad, como nuestra revista y como tú. La esencia de la decoración se basa en un suave juego de contrastes entre la rotundidad de la mesa de madera y las sillas de hierro antiguas de inspiración romántica. Y todo, aderezado con un toque vintage.
Para vestir la mesa
Nos hemos decantado por una colcha de estilo provenzal de color blanco, dispuesta de forma triangular. Esta disposición, junto con el dibujo de la colcha, rompe la rigidez y permite ver las patas de la mesa. Otra opción es usar una sábana, por ejemplo.
Servilletas de encaje bordado
Las servilletas son unas antiguas de encaje bordado. Como servilletero, hemos optado por unas pinzas de hierro envejecido con motivos vegetales que hacen un guiño al invernadero.
Una mezcla sin estridencias
La vajilla mezcla piezas blancas con otras de cristal de distintas formas y tamaños. Esta idea te permite combinar varias vajillas cuando no tienes suficientes piezas de un mismo juego y, al mismo tiempo, ayuda a romper la monotonía del conjunto. Como individuales y entre plato y plato, hemos utilizado unas puntillas de papel para pasteles. Una idea sencilla, económica y llena de encanto.
Conectar con el pasado
Tanto los cubiertos como la cristalería son piezas antiguas. La intención es conectar con el pasado y aprovechar los cubiertos y las copas de la abuela. Como en el caso de la vajilla, puedes combinar piezas de varios juegos. Pero para que el contraste no chirríe procura que sean de la misma gama de colores que el resto del servicio de mesa.
Multiplicar la luz
Para llenar la mesa de destellos mágicos, hemos dispuesto en la mesa y los muebles auxiliares botellas y elementos de cristal que reflejan la luz sobre su superficie.
Para marcar el sitio de cada comensal
Hemos hecho otro guiño al invernadero y hemos usado unos marcadores de pizarra como los que se usan para poner los nombres de las plantas. Los puedes hacer tú misma con unas cartulinas pintadas con pintura de pizarra y palos de polo para sujetarlos.
Toques sencillos pero eficaces
Con una servilleta de lino anudada a la botella de agua o vino, por ejemplo, das más plasticidad y recoges las gotas que se derraman al servir, evitando así que se moje o manche el mantel.
Pan siempre fresco
Llevar el pan a la mesa puede ser un auténtico engorro. La barra entera con un cuchillo es sinónimo de migas por todas partes. Y una panera con rebanadas es sinónimo de pan seco al cabo de un rato. Con este hatillo que hemos hecho con una servilleta de lino y un cordón rústico, puedes llevar las rebanadas ya cortadas a la mesa sin que se sequen en exceso, pues el tejido de la servilleta las protege del aire y la humedad.
Lleva la naturaleza a tu mesa
Para recrear este ambiente, no necesitas tener un invernadero. Una escalera de madera, cuyos peldaños hacen las veces de estantes, te servirá para colocar plantas y como mesa auxiliar al mismo tiempo.
Con mucho aroma
Si te decantas por plantas aromáticas, como este romero, no solo llenarás el espacio de vida, sino también de aroma. Y si las pones en maceteros antiguos, acentuarás su rusticidad.
Mini invernaderos
Otra idea es cubrir con campanas de cristal algunas plantas, como la salvia y el romero que hemos cubierto nosotras. Por un lado, te remite a esa idea de invernadero. Y por otro, contribuye a llenar de reflejos el ambiente.
Un menú muy mediterráneo
Potenciando el acento provenzal de todo el ambiente, nos hemos decantado por un menú mediterráneo, compuesto por tartaletas de acelga con queso de cabra, rape a la provenzal con laurel y alioli, y un surtido de quesos con compota de cereza.
Tartaletas de acelga con queso de cabra
Limpia y corta 1 manojo de acelgas en juliana y póchalas en aceite de oliva con 2 cebollas tiernas picadas. Una vez frías, añade 2 huevos batidos, 1 botellín de crema de leche (que puedes sustituir por soja), una pizca de curry y un puñado de almendras fileteadas. Salpimienta la mezcla al gusto y rellena con ella las tartaletas que habrás preparado con pasta brisa en pequeños moldes individuales. Hornea durante 20 min a una temperatura de 170 grados.
Rape a la provenzal con laurel y alioli
Compra un rape de 1 kg aproximado y pide que retiren la espina central. Rehoga un manojo de acedera en un poco de aceite de oliva, junto con 3 dientes de ajo cortados finos. Pon los dos lomos de rape uno encima del otro, con la acedera en medio, salpimienta y envuélvelo con 4 lonchas de beicon. Cubre con hojas de laurel y átalo con cordel de cocina antes de hornearlo (30 min a 180 grados). Dora unas patatas, junto con 2 cabezas de ajo partidas en dos, en aceite. Y acompáñalo todo con alioli.
Surtido de quesos con compota de cereza
Acompaña un surtido de quesos artesanales con una compota de cereza y tostadas de pan integral. Para preparar la compota, necesitas 1/2 kg de cerezas a las que les tienes que retirar el hueso. Cuécelas a fuego lento en una cacerola, junto a 250 g de fructosa (también puede ser azúcar moreno o blanco) y el zumo de 1 limón. Tras una hora de cocción, retira del fuego. Si deseas una textura sin grumos, pasa la compota por la batidora.
Un puente entre el interior y el exterior
Como escenario, hemos escogido un invernadero porque nos encanta tender un puente entre el exterior y el interior, entre lo que sucede fuera y lo que vivimos por dentro, entre el cuerpo y el alma... Y sobre todo, porque está lleno de luz y de naturalidad, como nuestra revista y como tú.
La esencia de la decoración del ambiente que hemos creado se basa en un suave juego de contrastes entre la rotundidad de la mesa de madera, pintada en color lavanda y vestida en tonos blancos, y las sillas de hierro antiguas de inspiración romántica. Y todo, aderezado con un toque vintage, porque nos gusta mirar hacia el futuro sin dar la espalda al pasado.
Una mesa clara y repleta de luz
- Para vestir la mesa, nos hemos decantado por una colcha de estilo provenzal de color blanco, dispuesta de forma triangular. Esta disposición, junto con el dibujo de la colcha, rompe la rigidez y permite ver las patas de la mesa. Otra opción es usar una sábana, por ejemplo.
- Las servilletas son unas antiguas de encaje bordado. Como servilletero, hemos optado por unas pinzas de hierro envejecido con motivos vegetales que hacen un guiño al invernadero. Y hemos utilizado unas servilletas de lino en color crudo para adornar botellas o hacer un hatillo con el pan.
- La vajilla mezcla piezas blancas con otras de cristal de distintas formas y tamaños. Esta idea te permite combinar varias vajillas cuando no tienes suficientes piezas de un mismo juego y, al mismo tiempo, ayuda a romper la monotonía del conjunto.
- Como individuales, e incluso entre plato y plato del servicio de mesa, hemos utilizado unas puntillas de papel para pasteles. Una idea sencilla, económica y llena de encanto.
- Tanto los cubiertos como la cristalería son piezas antiguas. La intención es conectar con el pasado y aprovechar los cubiertos y las copas de la abuela. Como en el caso de la vajilla, puedes combinar piezas de varios juegos. Pero para que el contraste no chirríe procura que sean de la misma gama de colores que el resto del servicio de mesa.
- Para marcar el sitio de cada comensal, hemos hecho otro guiño al invernadero y hemos usado unos marcadores de pizarra, como los que se usan para poner los nombres de las plantas. Los puedes hacer tú misma con unas cartulinas pintadas con pintura de pizarra y palos de polo para sujetarlos.
Un acompañamiento perfecto
- Si quieres deleitarte con el placer de comer rodeada de naturaleza, no necesitas un invernadero. Puedes llenar de vida y aroma cualquier lugar añadiendo al ambiente flores silvestres y plantas aromáticas.
- Una escalera de madera, cuyos peldaños hacen las veces de estantes, te servirá para colocar plantas aromáticas y como mesa auxiliar al mismo tiempo.
- Otra idea es cubrir con campanas de cristal algunas plantas, como la salvia y el romero que hemos cubierto nosotras. Por un lado, te remite a esa idea de invernadero. Y por otro, te ayuda a llenar de destellos el ambiente con el reflejo de la luz sobre su superficie.