Desde hace 10 años paso cada verano algunas semanas en la Costa Brava. Por motivos familiares, me alojo siempre en el pueblo de Platja d’Aro. Es una localidad grande, llena de comercios, restaurantes y muy animada.
Además de disfrutar de las playas preciosas que tiene Platja d’Aro (te recomiendo Cala Sa Conca o Cala del Pi), he descubierto otros lugares de la Costa Brava y el Baix Empordà que no son tan conocidos, pero que merecen muchísimo la pena. Sobre todo si quieres huir de las zonas más turísticas y masificadas.
Es importante no olvidar que el paisaje de la Costa Brava no solo está compuesto por playas turquesas (como si esto fuera poco); ofrece mucho más. El periodista y escritor Josep Pla definió así esta zona de Cataluña: “en toda esta parte de la costa la naturaleza parece complacerse en ofrecer sus más auténticas e inolvidables combinaciones de tierra y mar, de bravura y delicadeza, de geología y de sensibilidad”. Dio en el clavo.
Intentando honrar a la definición de Josep Pla, hoy te cuento los errores que suele cometer la mayoría de los visitantes de la Costa Brava y te propongo playas, zonas montañosas, actividades culturales, recomendaciones y alojamientos que se salen un poco del sota, caballo y rey.
Ir a la playa a las 13 h del mediodía
Durante julio y agosto, y especialmente los fines de semana, no hay cala o playa que no se llene, incluso la más recóndita. Así que si quieres disfrutar de esas aguas cristalinas con un mínimo de tranquilidad, llega antes de las 10 h o a partir de las 18 h; si no es que no podrás ni aparcar.
Estas son mis calas favoritas, por cierto: Cala del Senyor Ramon (Sta. Cristina d’Aro), Futadera (Tossa de Mar) y Cala La Foradada (Palamós).
Cala Futadera en Tossa de Mar.
Solo pensar en la playa
El interior de la Costa Brava iguala en belleza a sus playas. La zona que se conoce como L’Empordanet está salpicada de pueblos medievales y paisajes con efecto calmante. Peratallada, Pals o Monells (donde se grabó 8 apellidos catalanes) son los más conocidos y visitados –no por ello menos bonitos–, pero yo te recomiendo perderte por Palau-Sator y por Púbol, son mis dos favoritos.
Este último alberga el Castillo de Gala Dalí, que fue residencia del archinocido pintor Salvador Dalí en los 70. Es un museo y se puede visitar, disfrutar del arte, la arquitectura y ver de primera mano cómo vivían Salvador y Gala.
No elegir el alojamiento adecuado
Si es tu segunda vez en la Costa Brava te propongo no alojarte en primera línea de mar y optar por zonas de interior. Son más tranquilas y realmente están a 10 minutos en coche de las playas.
Hace poco, me escapé de Platja d’Aro para pasar una noche en Wecamp, un nuevo concepto de camping sostenible con todas las comodidades de un hotel pero también con esa conexión con la naturaleza que caracteriza a los campings tradicionales. Está en Santa Cristina d’Aro, tiene diferentes opciones de alojamientos, todos ellos con mucho estilo. Lodges, tiendas canadienses, rulottes…, pero en versión glamour, nada que ver con esa imagen de los campings en los 90 que probablemente se te viene a la mente.
Wecamp tiene también “glampings” en destinos tan interesantes como Cabo de Gata, Pirineo Aragonés, Cudillero en Asturias o San Sebastián.
Uno de los alojamientos de Wecamp.
Querer comer o cenar sin haber reservado antes
Puedes tener un golpe de suerte y dar con un restaurante con encanto y no demasiado caro que no tenga ocupada una mesa a las 14 h o a las 21 h, pero es prácticamente imposible. Haz tu investigación uno o dos días antes y llama para reservar. La espontaneidad en la restauración en general ha muerto, pero son las nuevas reglas del juego (no solo en la Costa Brava). Aquí van alguna de mis recomendaciones.
- Compartir en Cadaqués, de los creadores de Disfrutar de Barcelona (recientemente proclamado el mejor restaurante del mundo). Compartir es para darse un homenaje, pero nada que ver con los precios de Disfrutar. Por unos 50 euros comes como una reina.
- Far NOMO. Comida japonesa en un lugar privilegiado, el Far de San Sebastià de Llafranc.
- Can Saló en Palau-Sator. Comida tradicional catalana a precio asequible en uno de los pueblos más bonitos y tranquilos de L’Empordanet.
- Restaurante M&B en Platja d’Aro. Un restaurante de pescado y marisco en el paseo marítimo de Platja d’Aro. Buen producto y calidad a precio razonable.
- Ruta Baviera en Santa Cristina d’Aro. La recomendación más económica. Ideal para ir por la noche ya que cuentan con una terraza amplia y encantadora. Carnes a la brasa a un precio sorprendentemente barato.
Far de San Sebastià en Llafranc.
Obviar el turismo de cultura de la Costa Brava
La riqueza cultural de la zona es altísima. Desde todo el mundo Dalí (en Cadaqués o Púbol como te contaba antes) hasta el museo Espai Carmen Thyssen en Sant Feliu de Guíxols, que expone obras nacionales e internacionales de la baronesa.
No me olvido del enoturismo. La D.O. de la Costa Brava es Empordà, caracterizada por unos vinos con carácter pero delicados y llenos de aromas. En cualquier bodega tomarás buen vino y aprenderás sobre la D.O. pero si buscas algo más especial, te recomiendo ir al Celler Mas Llunes en Garriguella. Allí hacen unas visitas históricas con cata de sus vinos a los búnkers que quedan de la Guerra Civil por la zona. Vino e historia, una maravilla.