Ser feliz

Rafa Santandreu

Ser feliz

Soy psicólogo por la Universidad de Barcelona y me dedico al trabajo con pacientes, a la formación de profesionales de la salud y a la divulgación de la psicología dando conferencias. Soy autor de varios best sellers:“El arte de no amargarse la vida” , "Ser feliz en Alaska" o "Nada es tan terrible". Desde aquí, cada semana responderé a vuestras consultas. ¿Mi objetivo? Que podáis ser felices en cualquier situación, incluso contra viento y marea.Más información sobre mí.

objetivo: mente flexible

Miedo a tomar decisiones: tiene solución

Es muy común que, a medida que nos hacemos mayores, nos cueste más decidirnos por el miedo a equivocarnos.

tomar decisiones
rafael santandreu experto
Rafael Santandreu

Psicólogo y autor del libro "Sin Miedo".

Actualizado a

Desde antes de tener uso de razón, ya tomamos decisiones. No son muy pensadas, evidentemente, pero son decisiones. Y desde que empezamos no dejamos de hacerlo ni un solo día de toda nuestra vida: qué comer, dónde ir, qué decir... Pueden ser desde decisiones sencillas hasta otras mucho más complejas: dónde vivir, qué estudiar, en qué trabajar... Todos los días decidimos muchísimo más de lo que parece. Lo hacemos rápido y bien.

Si lo hacemos constantemente, ¿por qué cuesta?

Veamos un caso. Miguel tiene 35 años, es un chico majo y con una vida muy ordenada: tiene un trabajo estable, una novia, familia... todo muy “normal”. Cuando empezamos la entrevista le pregunto qué hace allí y enseguida dice “no lo sé”, y este podría ser el titular de su problema. No saber.

Paraliza el miedo al error, a las consecuencias...

Miguel explica que le cuesta un mundo decidir, sobre todo en cosas diarias: no sabe si hace bien el trabajo, si regalarle una escapada a su pareja, si poner un chiste en un chat de amigos, si cambiar de trabajo... Le tiene atormentado porque siempre le pasa lo mismo y no sabe cómo salir de ese bucle. Empieza con una duda, contempla los pros y los contras y ahí empieza ese baile de deshojar la margarita: “Por ejemplo, veo claro que me quiero cambiar de trabajo y al día siguiente, ¡o incluso a la media hora!, veo claro que no”. Dice que se siente inútil y muy torpe... En cambio, cree que los demás deciden en un periquete y siempre bien, por supuesto.

Miguel tiene en realidad miedo de las consecuencias, le da pánico equivocarse. Cree que buscando garantías, saldrá mejor. Que es horrible equivocarse y que no podría soportarlo, o a duras penas.Ya me ha quedado claro qué hace aquí y me alegro de que haya podido decidir y, por lo tanto, venir.

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De niños no pensamos en las consecuencias y simplemente nos movemos por impulsos. La decisión se basa en lo que quiero. Fácil. Es muy raro ver a un niño paralizado delante de dos juegos, ¿no?

Sin embargo, conforme vamos creciendo, la mente es más compleja y con ella todos los procesos. Podemos imaginar a un adolescente delante de un espejo una hora hasta decidir qué se pone. También podemos ver a un adulto escribiendo un mensaje y borrándolo antes de enviarlo, y volviéndolo a escribir y volviéndolo a borrar...¿qué sucede? ¿Cómo es que personas autónomas, inteligentes, valiosas se bloquean? Miedo.

Solemos pensar que la decisión es buena si el resultado es bueno. Error. Lo es si sabemos aprender de ella.

La clave es cambiar el chip

  • Relativizar el resultado y aprender que el miedo solo frena. Lo importante es la confianza en los propios recursos. Hay que tener la autoestima alta.
  • Entrenar una mente flexible, es decir, tener una mente que sepa gestionar todos los resultados. La toma de decisiones será más o menos difícil, pero podemos con ella y también podemos afrontar las consecuencias que tenga.

No se puede acertar siempre, ni tampoco es necesario

El miedo a equivocarse, a fallar, a no estar bien, a arrepentirse, a no decidir lo mejor... Cada uno lo llama de una forma, pero es lo mismo. El fallo no es que no salga bien, es que no nos veamos capaces de afrontarlo y de aprender. En realidad, no nos vemos capaces a nosotros mismos de asumir que sí, que podemos cagarla. Pero es imposible acertar siempre, ¡no sé por qué nos empeñamos tanto!

¿No es mejor aprender a vivir con eventos inesperados? ¿Con resultados inesperados? Para ello tenemos que tener una mente fuerte que no se guíe solo por resultados, que no se deje llevar tanto por la situación y que se base en las propias capacidades.

Podemos aprender a tomar decisiones, a hacer un cálculo de riesgos y beneficios. Muy racional y muy útil. La clave, lo que hará que uno no se bloquee y disfrute decidiendo, es poder vivirlo como un aprendizaje (no como un punto y final).

Lo que le dije a Miguel, el chico del caso que os contaba antes, es ¿qué te asusta tanto? Él confesó que era equivocarse, arrepentirse. Hablamos de lo que significaba para él y, tras varios debates, llegó a la conclusión de que asumir riesgo y saberse capaz de afrontarlo era más liberador y fácil, mucho más fácil, que buscar garantías de éxito. Así, las decisiones se convirtieron en algo más sencillo, solo tenía que recordar que sería capaz de gestionar el resultado fuese cual fuese. El control estaba en él y no fuera.