Suelo llegar tarde a los sitios, no sé por qué. Intento prepararme con tiempo, pero siempre me ocurre algo y acabo llegando muy tarde. No le daba tanta importancia pero, últimamente, me está trayendo muchos problemas. Varios amigos se han enfadado y en el trabajo mi jefe me ha dado un ultimátum. Puede que no sea grave, pero para mí lo es.

Amiga, ¡traes un tema muy bueno! Aprender a llegar con tiempo a los sitios es un tema de actitud. Mucha gente llega tarde y lo dan por normal, suelen justificarse con imprevistos de última hora, que pueden ser reales, pero parece que siempre les pase solo a ellos.

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¿Qué es llegar tarde? Habitualmente hay un margen de 10 o 15 minutos, como tiempo de cortesía; retrasarse más suele ser incómodo para el que llega y, sobre todo, para el que espera. Llegar tarde es una falta de previsión, aunque puedan surgir eventos inesperados, no son excusa.

Ser puntual puede parecerte imposible, pero con pequeños gestos puedes ir mejorando tu falta de puntualidad. Normalmente, si añadimos 10 minutos más al tiempo que creemos que nos va a costar llegar, será muy difícil ser impuntual. Otro gesto es el de avisar con antelación que vamos a llegar tarde (y no sobre la hora a la que se ha quedado) para que la otra persona también tenga un margen.

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Yo antes era un tardón. Solía llegar tarde a los sitios y luego me sentía fatal, aunque también me ponía de los nervios cuando llegaba pronto y me tocaba esperar. Ahora he aprendido a disfrutar del tiempo. Suelo llegar 20 minutos (o más) antes de la hora a la que he quedado y disfruto de ese tiempo de margen. Por ejemplo, en ese rato de espera me tomo un café, me siento a observar a la gente, contemplo donde estoy… Y así, también, me preparo para recibir a esa persona en una actitud más hospitalaria.