Con la retirada casi total de las mascarillas, algunos dan por terminada la pandemia y otros, en cambio, arrastran consecuencias emocionales que hacen muy difícil volver a percibir una realidad normal. Para todos ha habido un antes y un después, pero para algunas personas retomar rutinas es más costoso de lo que imaginaban, como por ejemplo, el estar cerca de otras personas en el metro o en bares, programar viajes, toser y pensar automáticamente que es covid…

Este miedo nace de la ansiedad

El miedo a enfermar, a no controlar el entorno, a pensar que nos morimos al notar el corazón acelerado, a perder a un ser querido, etc., ya existía antes, por supuesto, pero ahora se ha agravado ante esta situación de pandemia. De hecho, hemos visto cómo la ansiedad ha aumentado muchísimo en pandemia, más del doble, porque si antes teníamos un 7% de casos, nos hemos ido hasta un 20%, que es una barbaridad.

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Por qué ahora hay más casos de ansiedad

Hemos compartido un riesgo real y somos más conscientes de las consecuencias de enfermar. De todos modos, la ansiedad es una cuestión de “suerte”. Hay personas que no la van a sufrir nunca. En cambio, otras, sí, como el caso del exentrenador del Barcelona Ronald Koeman, que tuvo un episodio de ansiedad tan intenso que creyó que era un ataque al corazón. También he tenido de pacientes a bomberos capaces de entrar en un piso en llamas pero que decían que con la ansiedad se “acojonaban”.

Por ello, porque no hay dos personas iguales, hoy todavía hay muchas personas que siguen teniendo miedo, aun cuando las tasas de covid han bajado. El miedo al contagio, ya sea por uno mismo o para proteger a otros (como personas que viven con mayores…), sigue latente. Y este miedo se refleja en forma de evitación.

Consecuencias del “distancia, manos, mascarilla”

Las conductas de seguridad que se pusieron en marcha, como el “distancia, manos, mascarilla”, tuvieron un efecto social y conductual que para algunas personas significó asociar la prevención al pensamiento de que los demás son posibles contagios y lo mejor es alejarse.

Ya nos hemos quitado prácticamente la mascarilla, pero sigue habiendo gel hidroalcohólico y normas de distancia en muchos lugares. Es decir, que desarrollar un miedo al contacto social es lo más probable, ¿pero es necesario? Rotundamente, no.

Para volver a la normalidad, afronta y asume

Lo que recomiendo para salir de esta situación es seguir estos dos pasos: afrontar y aceptar.

• Afrontar. Para vencer los miedos agudos como el trastorno de ataques de ansiedad (por miedo a enfermar o por otros miedos) hay que exponerse a ella, cada día, abiertamente. Es como bajar a los infiernos a propósito, una y otra vez. Es algo anti-intuitivo y muy duro. Pero es la única forma de vencer ese tipo de miedo, que es agudo y avasallador. Si te da miedo estar cerca de la gente, tendrás que coger el metro en hora punta, entrar al súper los sábados por la mañana, ir a bares… Lo que hacías antes de la pandemia. Esto es afrontar.

• Aceptar. El miedo a estar cerca de la gente es una forma de no asumir el riesgo natural y real de enfermar. Ese es el núcleo, lo seguro no es estar más arrimado o no, sino más tranquilo asumiendo que lo natural es enfermar de algo en algún momento. Esto es aceptar.

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Puedes superar el miedo si lo trabajas

El miedo es siempre una creación de nuestra mente; es más como un efecto óptico que una realidad. Y, como tal, puedes erradicarlo. Para conseguirlo, tienes que exponerte a él de forma sistemática e intensa. Es un trabajo muy duro. Lo lógico es llevar a cabo ese mega esfuerzo solo si tu miedo es realmente un problema. Por ejemplo, si el temor a estar cerca de otros te ha restado vida social, te altera los planes y vives angustiado. La rutina se reconquista.

Qué puedes hacer tú…

1. Acepta que eres vulnerable físicamente.
2. Piensa que lo natural es enfermar de algo en algún momento.
3. Afronta las situaciones. Aunque sea difícil, exponte a aquello que te da miedo.
4. Deja pasar el tiempo, observa qué sucede de verdad después.
5. Recuerda que lo que hoy te da miedo era algo que antes hacías con normalidad.