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Desde el propio frío a la salinidad de la saliva, sin olvidar la mascarilla, claro. Nuestros labios, debido a la finura de su piel, tienden a resecarse con facilidad. Es por ello que conviene aplicar bálsamos que repongan nutrientes e hidratación y que impidan que se resequen. Sobre todo, si no queremos que, con el tiempo, aparezca el temido código de barras.
Además, si la primera obsesión de cualquier adicta a la belleza es coleccionar bálsamos labiales, la segunda es aplicar capa tras capa. Pero ¿por qué lo hacemos? Porque sentimos que, si no lo hacemos, nuestros labios se cuartearán. Y en parte, es verdad. No obstante, si lo tuyo es el menos es más, tenemos una solución infalible: leer la etiqueta. O dejarte aconsejar por estos 10 bálsamos labiales a prueba de olas polares.