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Durante la primavera y el verano eres capaz de mantener tu hambre a raya, pero en cuanto se acerca el invierno, se te dispara el apetito. Te pasas el día de la nevera a la despensa y de la despensa a la nevera… No te agobies, ¡no eres la única! Te contamos lo que cuentan los expertos sobre este fenómeno y te damos algunas claves para no engordar avaladas por diferentes estudios científicos. ¡Mantendrás tu hambre bajo control sin coger ni un gramo!
¿Por qué tienes más hambre cuando hace frío?
Aunque está muy extendida la creencia de que en invierno tenemos más hambre, “el frío no da hambre de forma directa, ni la estación de invierno promueve mecanismos metabólicos adaptativos que nos hagan sentir más hambre tal y como algunos mitos suelen decir”, sostiene la Dra. Andrea Calderón, nutricionista, secretaria científica de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación y profesora de Nutrición de la Universidad Europea de Madrid.
No obstante, esta experta nos habla de tres teorías algo controvertidas de por qué esta estación nos produce más apetito:
- Memoria genética. Dice que en épocas de mucho frío activamos nuestro metabolismo para llevarnos a consumir más alimentos calóricos, ricos en grasas y azúcares, y así ganar más peso corporal que nos mantenga más calientes y protegidos del frío gracias al tejido graso. Esta teoría no está respaldada por la evidencia científica.
- Teorías hormonales. Existen otras teorías que apuntan que durante el invierno se activan las hormonas asociadas con un mayor apetito, mientras que se reducen los niveles de otras que están relacionadas con la saciedad. De nuevo nos encontramos con una explicación que no cuenta con evidencias suficientes, especialmente en inviernos como los que se viven en España, en los que las temperaturas no son extremas.
- Termogénesis adaptativa. Es el proceso mediante el cual empleamos energía para producir calor. Esta teoría sostiene que, como gastamos más calorías en producir calor interno y mantener nuestra temperatura corporal estable, necesitamos un consumo energético diario mayor. Esto se traduciría en que sentimos más hambre para cubrirla. Es cierto que cuando tenemos fiebre nuestro metabolismo aumenta incluso en un 10% y nuestro cuerpo consume más energía, pero esta adaptación es prácticamente inexistente en invierno.
La realidad: comemos más por aburrimiento
Lo que realmente parece suceder, según la Dra. Caderón, es que durante el invierno “tendemos a hacer actividades más tranquilas, posiblemente más sedentarias, en nuestro tiempo libre o pasamos más tiempo en casa por el frío. Todo esto hace que muchas personas, ya sea por aburrimiento, inercia, costumbre..., coman más cantidad de alimentos o piquen entre horas”. El estrés también puede tener parte de culpa en este comportamiento: “La presión laboral o de estudio que tiene lugar en esta época del año, puede incitar a comer más, sobre todo productos más calóricos y de baja calidad nutricional. Tratamos de calmar la ansiedad con la comida. No es un hambre fisiológica aumentada, sino un hambre emocional. Comemos más o tomamos productos más sabrosos entre horas llevados por las emociones y no por la necesidad real de energía y nutrientes”, añade.
Esto es lo que la ciencia recomienda para no engordar
Sean cuales sean las razones que te impulsan a comer, lo mejor es que hagas caso a los estudios científicos si quieres adelgazar. Estas recomendaciones avaladas por la ciencia te ayudarán a mantener el peso a raya.