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Te has pasado media vida haciendo dieta y siempre ocurre lo mismo: tu peso no termina de estabilizarse. Tu báscula se mueve más que los precios… ¡Esto no puede ser! Ha llegado la hora de mandar a paseo al efecto yoyó y mantenerte en tu peso ideal.
Para plantar cara al maldito efecto rebote, lo primero que debes hacer es conocer bien a tu enemigo: “El efecto rebote es una reacción a una dieta restrictiva o milagro, que generalmente impone el control, prohíbe ciertos alimentos, limita la vida social y elimina el disfrute con la comida. Estas restricciones hacen que cuando terminas la dieta o baja tu nivel de motivación, te pases justo al otro lado, al de la sobrealimentación. Después de una época de mucho control, surge el descontrol”, explica la psicóloga Itzíar Digón. “Como consecuencia de la satisfacción de este hambre emocional, recuperas todo el peso perdido e incluso coges algún kilo más”, añade la experta en Mindful Eating y alimentación consciente.
La importancia de seguir una dieta personalizada
¿Y qué puedes hacer para que esto no suceda? "Lo ideal sería encontrar el equilibrio entre lo ingerido y lo que gastamos, es decir, controlar lo que comemos y bebemos teniendo en cuenta lo que consumimos a través de la actividad física. Para ello es importante seguir una dieta personalizada (evitando las peligrosas dietas milagro), hacer ejercicio físico adaptado de manera regular y adquirir unos hábitos saludables", recomienda la Dra. Cristina Porca Fernández, Dietista-Nutricionista miembro de SEEDO.
Qué hacer para no recuperar ni un gramo
Lo primero que tienes que hacer para no recuperar el peso que has perdido es incorporar y mantener los hábitos saludables adquiridos durante la dieta.
Desde el punto de vista nutricional y de la salud, la Dra. Porca Fernández ofrece las siguientes pautas.
- Asimilar que una vez alcanzado el peso objetivo no podremos volver a comer exactamente igual que antes.
- Respetar el consumo ocasional de dulces, harinas refinadas, refrescos o alcohol (si se desea volver a incorporarlos).
- Saber definir correctamente el consumo ocasional, ya que muchas veces pensamos que consumo ocasional es poder consumirlos de viernes a domingo de manera rutinaria y no es así. Ocasional significa muy de vez en cuando.
- Practicar actividad física.
- Tener claro que si algún día nos salimos de nuestra alimentación habitual, no pasa nada, no hay que hacer compensaciones extremas y lo importante es ser capaz de volver a nuestra alimentación saludable y equilibrada.
- Beber suficiente agua.
- Darle la importancia que se merecen en nuestra dieta a las frutas y las verduras.
- Dormir lo suficiente.
- Llevar una vida activa.
- Controlar el estrés, ya que generalmente en estos episodios tendemos a “buscar” alimentos ricos en grasa o de alto contenido en azúcar o derivados que nos producen cierto placer momentáneo.
El peligro de "las comidas libres"
Ya ha quedado claro que, después de alcanzar tu objetivo, no puedes plantearte volver a la dieta que llevabas antes. Si habías engordado es porque algo no iba del todo bien en tu alimentación.
Lo de establecer un número de "comidas libres" también tiene su complicación. "Está demostrado que ayuda psicológicamente a los pacientes y les permite llevar mejor las pautas y adaptarlas a momentos especiales o de celebraciones, pero también conllevan un cierto riesgo, ya que hay quien se escuda en ellas para hacer consumossin control", explica la Dra. y añade: "Una sola comida no puede estropear tus resultados de una semana, pero debemos saber controlarlas y no entenderlas como un momento en el que todo está permitido y en el que se puede comer sin control".
Para ello, la nutricionista recomienda que, más que establecer un número de comidas libres semanales, lo mejor es saber que no pasa nada si un día queremos hacerla; solo hay que tener control, disfrutarla y volver a nuestra rutina al día siguiente o en la siguiente comida.
Para terminar, la psicóloga recomienda estos trucos que pueden resultar interesantes para el día a día. ¡Ponlos en práctica y manda a paseo el efecto yoyó!