No es un capricho. Nuestro cuerpo y la piel de nuestro rostro necesitan una verdadera reparación tras haber estado expuestos a largas horas de estrés y contaminación ambiental. Ríndete al descanso en los brazos de Morfeo mientras cuidas la piel de tu rostro. A la mañana siguiente, tras despertarte de un sueño reparador, tu tez estará más luminosa, hidratada y resplandeciente.
Pero antes de irte a la cama...
Mientras dormimos aumenta el metabolismo de la piel y la renovación celular se intensifica. Por eso es necesario dedicarle unos minutos a una rutina de cuidados para prevenir, entre otras cosas, el envejecimiento prematuro.
Nos maquillemos o no, la limpieza es esencial porque a lo largo del día nuestros poros se llenan de toxinas. Así que antes de aplicarte la mascarilla de noche es crucial limpiar el rostro con jabón específico o con algún producto limpiador o desmaquillante. Después, al menos una vez a la semana, debemos exfoliar para eliminar las células muertas que nos restan luz. Seguimos con el tónico y paso seguido, ya con la piel súper limpia, pasamos a aplicar -dos o tres veces por semana, dependiendo de la necesidad de piel y alternando con tu crema habitual- la mascarilla.
Modo de aplicación
Los expertos en belleza recomiendan aplicar la mascarilla en dos fases: la primera fase, a la que denominan reactivación, se lleva a cabo con movimientos circulares que cubran todo el rostro, cuello y escote. En la segunda fase, de relajación, los movimientos deben ser de alisado envolvente.
A la mañana siguiente...
Las mascarillas con agentes purificadores se secan llegando a generar una sensación de tirantez en el rostro. Estas conviene retirarlas con una esponja suave y con agua. Las mascarillas ligeras y fluidas basta con que elimines los restos que tu piel no ha absorbido con un disco de algodón y et voilà! Ya estás lista para aplicarte un sérum y los productos de maquillaje que utilices por la mañana.
Foto de portada: @blanca_suarez