Foto de Everton Nobrega en Pexels
A veces, el cuidado de la piel puede resultar complicado. Pero queremos lucir radiantes y frenar (todo lo posible) el paso del tiempo. Hidratación, juventud y luminosidad. Esos son nuestros tres inputs en nuestra rutina diaria. Ahora bien, ¿cómo los conseguimos?
La piel es nuestra principal barrera de cara al mundo exterior. Por eso debemos mimarla como se merece. Hoy en día, el sol sigue siendo nuestro primer enemigo. Aunque ya no está solo: la polución, la radiación de las pantallas de nuestros ordenadores o smartphones; el frío, la nieve... ¿Nunca has pensado por qué con las bajas temperaturas la piel tiene un aspecto más apagado? El frío provoca que los capilares de la piel se contraigan. Es la única forma de que produzcan calor y así llegue a las células el oxígeno y los nutrientes necesarios para que nuestra piel luzca radiante.
Por eso, es muy importante que, sobre todo en invierno, demos un empujoncito a nuestra piel, ya que la falta de renovación celular, sumado a los factores externos, produce que nuestra piel se seque, descame, agriete... Y en definitiva, que se vea tirante, cansada y pálida.
Un consejo (muy efectivo) es cuidar de la alimentación más que nunca. En invierno todas tendemos a comer platos más pesados o a beber menos agua. La cantidad recomendada son dos litros, no lo olvides. Tu piel necesita hidratación, y también que te pares a pensar qué carencias tiene, para luego encontrar una solución, ¡la crema hidratante ya no puede con todo!
Y si no sabes qué es lo que estás haciendo mal, quizás si echas un vistazo a los 5 errores más habituales, podrás evitarlos y volver a presumir de piel perfecta.