Una correcta rutina de belleza, a grandes rasgos, se compone de tres pasos fundamentales que todas conocemos: limpiar, tratar e hidratar. Pero hay que tener en cuenta algunos puntos importantes que a veces pasan desapercibidos como, por ejemplo, las necesidades de la piel, que no son las mismas a los 35 que a los 55 años, o las diferencias entre cuidar la piel de día y de noche. El cómo, el cuándo y el porqué de cada producto es básico para hacerlo bien y, lo más importante, para que los resultados sean óptimos.