Tengo 62 años y nunca me he enamorado. Hace mucho tuve una relación de 5 años, pero no cuajó. Conozco a gente, pero no me gustan lo suficiente como para enamorarme. No sé si es que soy yo o cuál es el problema…
Lo que voy a decir aquí puede parecer extraño, pero te aseguro que es la realidad. Los seres humanos podemos enamorarnos de la primera persona que veamos por la calle: ¡si nos abrimos a ello! Todo el asunto del enamoramiento se basa en eso. Conocemos a alguien que nos parece guapo o interesante y ¡nos damos permiso para enamorarnos! Pero es algo que hacemos nosotros: abrimos o cerramos la puerta.
Yo he estudiado, dos veces en mi vida, en países extranjeros. Y fui testigo de una experiencia muy particular. Allí, en el extranjero, los españoles hacíamos grandes amigos con mucha facilidad y también nos enamorábamos muy rápido. Y, claro, todo se debía a que llegábamos de repente a un lugar en el que no conocíamos a nadie y nos abríamos de manera natural a todos. ¡Lo hacíamos posible nosotros mismos!
Todavía conservo a grandes amigos que hice en Inglaterra e Italia, hace 25 y 15 años, y ¡amores! El año pasado vi, por primera vez en 25 años, a mi novia japonesa Tomoe en Tokio. Fue súper bonito. Quedamos en la famosa plaza Hachiko, junto a la estatua del perro, y desde el minuto uno nos sentimos como 25 años atrás.
Yo te recomiendo que abras tu mente, que conozcas a gente, que ames como puedas, desde el inicio. Viaja con ellos, haz el amor, cuéntales tus problemas y miedos. Repite esos encuentros. Se creará un vínculo especial, un lazo, como el que las madres establecen con sus hijos. Para ellas, su pequeño es el más hermoso del mundo.
Todas las personas tienen facetas extraordinarias, bellísimas y solo hay que darse la oportunidad de descubrirlas. Para ello hay que hacer cosas, compartir, dar y darse. Una de las mejores formas de acelerarlo es viajar juntos. Se comparte mucho y se acumulan recuerdos hermosos. Cuando conozcas a alguien mínimamente interesante, llévatelo de finde a algún sitio y hazle el amor con profusión. Habrás iniciado el camino hacia el dulce amor.