Desde que oscurece antes y hace más frío noto que estoy más triste, me cuesta más hacer cualquier cosa, solo me apetece estar en el sofá y veo que siempre que se acaba el verano me ocurre lo mismo. Mi amiga me ha dicho que puede ser depresión estacional y que a mucha gente le pasa, ¿es verdad? ¿Qué puedo hacer?

¡Actívate! Sal de casa y sigue con tu vida. La depresión estacional, en mi opinión, no existe, es como la gente que dice “como hace calor, no salgo de casa”, creo que tiene que ver con la necesidad de comodidad. Es verdad que el cuerpo se adapta a los cambios, lo lleva haciendo millones de años y por eso podríamos vivir en cualquier lugar del mundo, ya sea en Noruega o en África. Las personas no nos deprimimos por el clima. ¿Te imaginas? ¡Medio mundo deprimido y el otro pasivo total! ¡Vaya plan!

Nos deprimimos porque en un momento dado empezamos a pensar irracionalmente sobre lo que nos sucede y acabamos pensando que el problema está en lo que nos rodea, cuando el problema está en la forma de pensar. Se activan creencias desajustadas sobre nosotros mismos o el mundo o los demás: empezamos a pensar en lo que debería o no ser y en lo terrible que es que sea diferente a nuestro planteamiento. Pensar de esta forma hará que nos sintamos muy desafortunados y sobre todo incapaces de darle la vuelta. Es decir, lo que deprime es la forma de pensar, no lo que sucede.

En tu caso, ¿qué problema hay en estar un poco triste algún día? O simplemente en estar un poco cansada. Eso no es estar deprimida. Te diría que esos días en los que te cueste hacer algo, que lo hagas mucho más. Ayuda a tu mente a pensar adecuadamente. Es más fácil encontrarse mejor cuando uno está activo que cuando está tirado en el sofá. Si estás triste, pregúntate qué te preocupa y ocúpate de ello, pero no te justifiques con el clima, al revés... disfruta del fresco, observa los cambios de la naturaleza, los colores, aclimata tu casa y aprovecha para disfrutar de ello.