¡alerta navegantes!

¿Piel sensible? La lista negra de los ingredientes que NUNCA deberían estar en tus cremas

Picor, descamación, enrojecimiento...¿tu piel presenta alguno de estos síntomas? entonces ha llegado el momento de fijarte bien en los ingredientes de tus cosméticos porque es posible que alguno sea el causante.

Piel sensible
Cortesía: ROXY

Actualizado a

¿Qué es una piel sensible? En realidad no es un tipo de piel, tu sigues teniéndola mixta, seca o grasa, lo que pasa es que tienes una alteración que ha hecho que pierda la función barrera que es la que mantiene ese equilibrio perfecto para que se te vea un cutis libre de rojeces, descamaciones o irritaciones, lo que llamaríamos una piel de bebé. En estas pieles alteradas las cremas que utilicemos pueden ser fuente de mayores daños que en otras perfectamente protegidas por una barrera eficiente. Entonces, ¿qué tipo de crema elijo para no empeorar mi piel?

Es muy difícil responder a esta pregunta. Los productos cosméticos que puedes utilizar en tu rutina de belleza son compuestos formulados con multitud de ingredientes. En principio todos están homologados para que sean inocuos para la piel y se rigen por una normativa europea que regula las cantidades y límites permitidos de los mismos.

ácidos

Artículo relacionado

ingredientes que rejuvenecen

Descubre qué pueden hacer por tu piel los ácidos antiedad

Esto no quiere decir que entre esos miles de productos, haya algunos que a ti en particular te causen alguna alteración o alergia, y más si tienes algún tipo de sensibilidad en la piel. Dicho esto, nadie te puede garantizar qué ingredientes reaccionarán con tu piel, pero hay varios que en general, deberías evitar para curarte en salud.

Qué ingredientes deberías evitar si tienes la piel sensible

  • Sulfatos. Son detergentes que generan espuma y se incluyen en muchas limpiadoras. El problema es que "limpian tanto" que pueden llevarse por delante los aceites y grasas de la barrera protectora de tu piel que ya de por si la tienes alterada. Te interesa limpiar tu piel con mimo y cuidado.
  • Parabenos. Los parabenos son un conservante, y como tal, es aconsejable que reduzcas o elimines productos cosméticos que lo contengan. Al margen de la polémica de sus daños a niveles más profundos, debes evitarlos si tu piel es sensible ya que puede ser precursor de una dermatitis por contacto. No pienses que un producto por tener la etiqueta libre de parabenos ya no puede causarte una reacción ya que puede significar que han sustituido este conservante por otro que también será un potencial irritador de pieles sensibles como el fenoxietanol, Methylisothiazolinone o el DMHydantoin entre otros. Una piel sensible cuantos menos conservantes mejor.
  • Perfumes y fragancias. Es verdad que mejoran la experiencia sensorial de un producto pero está comprobado que son potenciales causantes de irritaciones así que mejor no te la juegues y elige formulas libres de ellos.
  • Aceites esenciales. Puedes pensar que por ser algo natural, extraído de una planta tiene que ser a la fuerza inocuo, pero no te equivoques. Muchos de ellos son tan irritantes como un perfume, así que evítalos también.
  • Alcoholes. Son otro producto que puede remover los lípidos de tu piel y causar deshidratación, así que ante una piel sensibilizada, mejor evitarlos. Antes de desterrar cualquier producto de tu neceser en el que aparezca la palabra alcohol, hay una serie de emolientes que no te causarán daños pero que por nomenclatura tienen que incluir la palabra alcohol en el nombre de su compuesto, entre ellos están el cetyl alcohol, stearyl alcohol, cetearyl alcohol o el behenil alcohol.
  • Filtros solares químicos. Es importante utilizar a diario filtro solar para evitar el fotoenvejecimiento, pero muchas cremas añaden filtros solares químicos que penetran mucho en la piel y son potencialmente perjudiciales, sobre todo para una piel sensible en la que no funciona bien la función barrera, como es la oxibenzona. Opta mejor por filtros minerales que son los que bloquean o reflejan físicamente los rayos de sol por lo que siempre actuarán a capas más superficiales minimizando riesgos.
  • Exfoliantes mecánicos. Este tipo de productos tienen micropartículas que actúan mediante una fricción contra la piel. Esto, que en condiciones normales no traería consecuencias, en una piel sensibilizada puede irritar llegando a causar incluso micro desgarros, así que no te la juegues. El único exfoliante mecánico que te recomendaría es la esponja konjac, totalmente natural y respetuosa con tu piel.
  • Exfoliantes químicos. Son ácidos como los AHA (alfahidróxidos como el ácido glicólico), los BHA (ácidos betahidróxidos como el ácido salicílico) o la vitamina C (Ácido cítrico). Aquí debamos matizar que son productos que varían mucho su acción sobre la piel dependiendo de la concentración o el PH en el que están formulados. No los desterraría de tu rutina, ya que todas las pieles necesitan eliminar células muertas provocando una regeneración que aporte una mayor luminosidad y aumento de la producción de colágeno. Utiliza los formatos con muy baja concentración de ácidos y comprueba cómo reacciona tu piel. Antes de arriesgarte a ponerlo por todo el rostro prueba en la zona de detrás de la oreja unos días. Otra opción son los exfoliantes enzimáticos que en principio son más suaves y se extraen de frutas, pero siempre hablando de concentraciones bajas y PH menos ácido.

¿Y el retinol?

El retinol es el derivado más usado del ácido Retinoico o Vitamina A, el ingrediente activo más eficaz que se conoce. El pequeño tamaño de sus moléculas le permite actuar a un nivel muy profundo y mejorar manchas, arrugas, acné... Pero también hace que se puedan producir irritaciones y descamaciones en la piel, por lo que muchas veces se aconseja no usarlos en pieles sensibles.

Ultimamente han surgido otras teorías que indican que, bien dosificado, el ácido retinoico –que únicamente se puede utilizar con prescripción médica y bajo supervisión de un profesional–, o el retinol, su versión cosmética, pueden ser el único ingrediente que te ayude a "despertar" la piel y "hacerla trabajar" para que restaure su barrera protectora mejorando su sensibilidad, incluso en casos con rosácea.